Domingo XXX del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
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Éxodo 22, 20-26
o
I Carta de san
Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10
o
Mateo 22, 34-40
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Los invito a que
centremos nuestra meditación dominical en las palabras del libro del Éxodo, que
son particularmente impactantes. Esta primera lectura
nos da una importante lección sobre la justicia, como elemento central de las
relaciones sociales, y nos permite ir más lejos en el complejo campo de la ética
de las relaciones profesionales y comerciales.
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“El Señor dice a
su pueblo: No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y
ellos claman a mí, ciertamente oiré su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a
espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos”. Palabras fuertes
que comunican el mensaje de que Dios asume el papel de abogado defensor de las
víctimas.
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La situación de
explotación, descrita crudamente por el autor sagrado, parece tomada de un
noticiero de la TV; a través de los medios de comunicación hemos podido
acercarnos al drama de los desplazados, que han tenido que abandonar sus tierras
y cultivos para poder salvar sus vidas. El país está tomando conciencia de la
magnitud del problema; han tenido que vender sus propiedades a precios
irrisorios por necesidad o cediendo a las amenazas; el testaferrato ha sido la
figura más utilizada; y se han falsificado las escrituras con la complicidad de
notarios corruptos. Las mejores tierras de Colombia se han concentrado en manos
de los paramilitares, narcotraficantes, comandantes guerrilleros y políticos
inescrupulosos.
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El Gobierno ha
asumido el reto descomunal de devolver estas tierras a los que fueron despojados
de sus legítimos derechos. Hay que reconocer que hay muchos intereses en juego
que conspiran para que fracase esta Ley de la devolución de tierras.
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Esta primera
lectura nos invita a reflexionar sobre la justicia que debe regular las
relaciones sociales, las cuales se ven afectadas porque el poder de las armas y
de la intimidación impone su voluntad a los débiles, tipificados en este caso
por las viudas y los huérfanos.
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Los invito a que
vayamos más allá de la letra de este texto y reflexionemos, en un contexto más
amplio, sobre las relaciones profesionales y comerciales:
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El libro del Éxodo
nos dice que hay que evitar los atropellos; la posición de fuerza de una de las
partes no puede imponer condiciones desproporcionadas y agobiantes; la necesidad
no debe ser aprovechada para imponer unos precios a todas luces injustos.
o
Pero no podemos
quedarnos en este escenario obvio, de las injusticias y atropellos manifiestos.
o
Hay otros
comportamientos, bastante frecuentes en el mundo de los negocios, que conducen a
querer sacar el máximo provecho, cobrando precios exagerados por un producto o
servicio. Hablando con pragmatismo, ¿será esta la mejor estrategia? ¿El exceso
de ambición no mata la gallina de los huevos de oro?
o
Todos hemos vivido
la desagradable experiencia de “sentirnos tumbados” por un cobro excesivo; y
hemos prometido no volver a un determinado restaurante o no consultar en el
futuro a X profesional o no llevar el
automóvil a un taller particular. Con rabia repetimos ¡allí me
tumbaron!
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Superemos la
mentalidad ventajosa de que querer siempre pagar lo menos posible y cobrar lo
máximo… Construyamos unas relaciones profesionales y comerciales basadas en la
satisfacción de las partes implicadas, que generen confianza y permitan
establecer vínculos a largo plazo.
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Un profesional
será exitoso en la medida en que vaya conquistando una clientela en razón de la
calidad de sus servicios, la amabilidad en el trato, la prontitud en la atención
y la ponderación de las tarifas. Lo mismo se puede afirmar de las relaciones
entre los clientes y las empresas.
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El éxito de las
personas y de las empresas se va construyendo en el tiempo; es el resultado de
un esfuerzo continuo; y lo que se construye pacientemente a lo largo de los
años, se puede derrumbar en pocos días por pérdida de confianza.
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En síntesis, esta
primera lectura, tomada del libro del Éxodo, nos aporta elementos muy
significativos sobre el principio básico de las relaciones sociales, que es la
justicia. La posición de fuerza no debe conducir a la imposición de unas reglas
de juego injustas o a unas condiciones onerosas. Pero no debemos contentarnos
con cumplir los mínimos de la justicia. Si queremos construir unas relaciones de
confianza que resistan el paso del tiempo, hay que generar confianza. Y la
confianza es el resultado de la satisfacción mutua de las partes que interactúan
en unas relaciones profesionales o comerciales. Los ventajosos no se consolidan
en el tiempo; busquemos, más bien, la lógica del gana – gana.