Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   Libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31

o   I Carta de san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6

o   Mateo 25, 14-30 

ü La liturgia de hoy propone a nuestra consideración un texto ampliamente conocido, la parábola de los talentos. Es una invitación a emplear las cualidades que tenemos, de manera que nos realicemos como personas sirviendo a  quienes nos rodean. En palabras actuales, esta parábola nos hace tomar conciencia de la responsabilidad social. 

ü En esta meditación dominical los invito a explorar unos prerrequisitos de esta parábola de los talentos: antes de examinar cuáles son las responsabilidades que tenemos de poner al servicio de los demás nuestras cualidades, debemos conocer lo que somos y tenemos. Si no somos conscientes de nuestras potencialidades, ¿cómo ponerlas al servicio de los demás? 

ü Así, pues, anterior a la parábola de los talentos están el autoconocimiento y la autoestima:

o   Nuestro proyecto de vida, con las metas que nos proponemos alcanzar, debe levantarse sobre los cimientos de la realidad: mis cualidades y mis limitaciones. “Conócete a ti mismo” es la flecha que nos señala el camino de la sabiduría, el cual nunca termina; es tarea de toda la vida.

o   Si nosotros no somos conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, las metas que nos proponemos alcanzar  estarán condenadas al fracaso. Los que trabajamos en las Universidades somos testigos del sufrimiento de muchos jóvenes que escogieron equivocadamente su profesión, ya sea porque no tuvieron un adecuado asesoramiento vocacional o porque sus padres los presionaron en una determinada dirección. En lugar de insistir tercamente en seguir en la decisión original que fue equivocada, hay que animarlos para que rectifiquen y encuentren el oficio o profesión en el que se van a sentir a gusto.

o   Con frecuencia desconocemos nuestro potencial en un determinado campo, simplemente porque no se ha dado la oportunidad para que se manifieste. Por eso seamos muy cautos en los juicios que formulamos: ¡yo no sirvo para eso!, ¡usted es incapaz de hacer aquello! Antes de llegar a conclusiones tan drásticas, debemos darnos la oportunidad y dar a otros la oportunidad de ensayar caminos, de explorar horizontes, de correr riesgos… Si nos quedamos encerrados en la celda estrecha de lo conocido y seguro, nunca podremos avanzar en la vida. 

ü El autoconocimiento es inseparable de la autoestima. Ser conscientes de nuestras cualidades debe llevar a valorarnos. Amarnos a nosotros mismos es vital para nuestra salud mental y equilibrio interior. 

ü Los padres de familia y educadores juegan un papel fundamental en el desarrollo del autoconocimiento y en el logro de la autoestima de los niños y adolescentes:

o   Si nosotros enviamos mensajes positivos, los niños y adolescentes desarrollarán personalidades sanas y autónomas. Por el contrario, si los adultos enviamos mensajes negativos, causaremos un daño irreparable. Son frecuentes frases como “usted no sirve para nada”, “usted es una carga para la familia”, “usted es una gorda fea”, etc.

o   Por eso hay que evitar las comparaciones entre los hijos; al comparar, se supone que uno de ellos es el ideal que hay que imitar. No cometamos este grave error pedagógico. El ideal no es ser como el otro; el ideal es ser uno mismo y encontrar su propia identidad y realización. Los seres humanos no somos productos en serie que tenemos que ajustarnos a  una única norma de calidad; por el contrario, los seres humanos somos únicos e irrepetibles. 

ü En este mismo contexto del autoconocimiento y de la autoestima, quiero decir una palabra sobre las relaciones de pareja:

o   En el plan de Dios, la relación de pareja debe favorecer el crecimiento y la realización de cada uno de sus miembros, para que así puedan formar un proyecto común, “ser una sola carne”. El auténtico amor se alimenta de la admiración por el otro y el reconocimiento de sus valores.

o   Esto adquiere particular importancia en los tiempos de crisis, sobre todo de crisis económica. La pérdida del empleo y la dificultad para seguir aportando al sostenimiento de la familia constituyen un golpe demoledor para la autoestima. Si a este sufrimiento interior se le añaden los comentarios hirientes de la pareja, la crisis económica traerá también la ruptura de la relación. Por eso en tiempos de crisis económica aumentan significativamente las separaciones y los divorcios.

o   Hay relaciones de pareja que replican un modelo de dominación que se manifiesta en algunas especies animales. Se trata del “macho alfa” o “hembra alfa” que imponen su dominio desde una posición de fuerza. Todos hemos sido testigos del lamentable espectáculo de hombres y mujeres que maltratan a sus parejas con comentarios humillantes.

o   Una relación madura  de pareja exige respeto, reconocimiento y complementariedad; cuando la relación se basa en la subordinación, todas las interacciones se contaminan y destruyen a la víctima y al victimario. 

ü Consideraciones semejantes podríamos hacer sobre las relaciones laborales. Hay jefes que ejercen un liderazgo positivo pues reconocen los logros de sus equipos de trabajo, los estimulan y los hacen sentir corresponsables de la marcha de la organización. Y hay jefes maltratadores que hacen sentir su poder arbitrario, lo cual crea un pésimo clima laboral. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Hemos hecho una reflexión poco convencional sobre la parábola de los talentos, ya que hemos explorado los  que podríamos llamar “prerrequisitos de la parábola”. Para poder invertir adecuadamente los talentos, debemos ser conscientes de poseerlos. Y en ello juegan un papel determinante los modelos educativos puestos en práctica por padres de familia y profesores, las relaciones de pareja y el tipo de liderazgo que ejerzan los jefes en sus organizaciones.