Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Fiesta de Cristo Rey

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Ezequiel 34, 11-12. 15-17

o   I Carta de san Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28

o   Mateo 25, 31-46 

ü Hoy celebra la liturgia la fiesta de Cristo Rey, con la cual termina el año litúrgico; el próximo domingo empieza el nuevo ciclo, cuyo primer periodo es el Adviento o preparación para la Navidad. 

ü El texto evangélico de hoy impacta por su solemnidad,  y traza los rasgos esenciales de la segunda venida de Jesucristo  quien, resucitado y constituido en Señor del universo, vendrá a juzgarnos:

o   Los elementos descritos en la escenografía ponen de manifiesto  la especial dignidad del personaje; dice el texto: “Acompañado de todos sus ángeles se sentará en su trono de gloria”.

o   Viene como Señor del universo para la rendición de cuentas; nos dice el evangelista: “Entonces serán congregadas ante Él todas las naciones, y Él apartará a las unas de las otras”. 

ü Para poder juzgar a las naciones debe tener autoridad para ello. ¿De dónde, pues, proviene la autoridad de Jesucristo como juez supremo? Su autoridad proviene del Padre, el mismo que lo resucitó de entre los muertos. 

ü La energía que irradia la solemne venida de Jesucristo como Señor del universo ha sido fuente de inspiración para los artistas. Miguel Ángel, genio del arte universal, nos dejó plasmada esta escena en su fresco sobre el Juicio Final, en el ábside de la Capilla Sixtina. 

ü En ese encuentro  no habrá sorpresas porque desde ahora conocemos las reglas con las que se realizará este Juicio; utilizando una imagen del mundo educativo, podemos afirmar que conocemos previamente las preguntas sobre las cuales seremos evaluados… Este el tema de nuestra meditación dominical. 

ü En el evangelio de hoy encontramos claramente definido el criterio evaluador que utilizará Jesucristo como Juez supremo y Señor del universo: “Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”. 

ü Esta frase, que puede pasar desapercibida para muchos lectores, es revolucionaria dentro de las religiones monoteístas. ¿Qué significa esto?

o   Para el judío piadoso el camino de la salvación pasa por el cumplimiento estricto de sus numerosos preceptos, la celebración cuidadosa de sus fiestas siguiendo un guión escrito desde hace muchos siglos, y la preparación de los alimentos que está sometida a  importantes restricciones. Recorriendo este sendero se alcanza la anhelada salvación.

o   Para el musulmán practicante el camino de la salvación pasa por el puntual cumplimiento de los cinco momentos de oración que marcan la jornada, la añorada peregrinación a la ciudad de La Meca una vez en la vida, y la repetición de los versos del Corán su libro sagrado. Realizando estas prácticas se llega al paraíso en compañía del Profeta Mahoma.

o   Este texto evangélico sobre el Juicio Final nos presenta un camino diferente, que se aparta de los modelos judío y musulmán para alcanzar la salvación. Para los seguidores de Jesús, la fe es inseparable de la justicia y exige el compromiso con los más débiles. Los relatos evangélicos nos muestran la opción  de Jesús por los excluidos, que fueron sus predilectos.

o   Ciertamente, los cristianos debemos cumplir los Diez Mandamientos, que expresan los principios básicos de comportamiento frente a Dios y la comunidad. Pero nuestra conciencia no se puede quedar tranquila por el simple hecho de respetar estos valores esenciales. El seguimiento de Jesús nos pide ir mucho más allá; es lo que Él nos propuso al proclamar el mandamiento nuevo, que Él asumió hasta las últimas consecuencias.

o   Ciertamente, los cristianos debemos acercarnos con frecuencia a los sacramentos y participar en las celebraciones litúrgicas, pero no como actos de piedad que se agotan en la esfera privada sino como expresiones de una fe que se vive en comunidad y que genera una dinámica de solidaridad; así lo comprendió la Iglesia Apostólica que acudía a la “fracción del pan” y ésta los motivaba a vivir intensamente la solidaridad que procuraba el bienestar de todos. 

ü Este importante texto sobre los criterios que serán tenidos en cuenta para esta solemne rendición de cuentas nos permite entender que los débiles son  “sacramento” o “visibilidad” de Jesucristo nuestro Salvador:

o   “Yo les seguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”.

o   Respetar a los pobres y vulnerables de la sociedad es respetar a Jesucristo. Servirlos es servir al Señor. Ignorarlos es ignorar a Jesús. No se trata de frases copiadas de un manual de Sociología sino que es tomar en serio las palabras del Maestro. 

ü A lo largo de la historia, la Iglesia ha expresado de múltiples maneras su vocación de servicio a los más pobres y necesitados y para ello ha creado instituciones de muy diversa naturaleza. En nuestros tiempos hay dos frentes prioritarios en los que convergen muchos de los esfuerzos realizados por los seguidores de Jesús: la atención de los desplazados víctimas de los conflictos políticos, religiosos y sociales, y la defensa de los derechos humanos fundamentales. 

ü Que este texto del evangelista Mateo sobre el Juicio Final, que la liturgia nos propone en la Festividad de Cristo Rey, transforme nuestra vivencia de la relación con Dios, la cual pasa necesariamente por la solidaridad con los más débiles y vulnerables. La experiencia de Jesús resucitado nos exige ofrecer transformación y oportunidades a todos los que sufren.