II Domingo de Adviento, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 40, 1-5. 9-11

o   II Carta de san Pedro 3, 8-14

o   Marcos 1, 1-8

 

ü La figura recia de Juan Bautista es el centro de todas las miradas en este II domingo de Adviento. Él es la super – estrella que domina la escena. ¿En qué radica la fascinación que ejerce el Precursor? Juan Bautista anuncia, a Israel y al mundo, que se ha hecho realidad la esperanza anunciada con siglos de anticipación. Esta esperanza es Jesús de Nazaret, que cumple la misión que le fue asignada por el Padre, en un momento particular de la historia y en un lugar casi desconocido de la geografía.

 

ü Como la lógica dentro de la cual se realiza el plan de salvación es diferente de la lógica que mueve los procesos humanos, este anuncio no va precedido del resonar de trompetas sino que es proclamado en el desierto por un hombre vestido de manera muy singular.

 

ü Recordemos que Juan Bautista es hijo de Isabel, prima de la Virgen María. Esto quiere decir que Juan era pariente muy cercano del Mesías. A pesar de estar tan bien relacionado, Juan jamás hizo alarde de sus vínculos familiares. Todo lo contrario; sus palabras expresan hondos sentimientos de humildad. El evangelista Marcos pone en sus labios palabras muy impactantes: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de las sandalias”. Juan Bautista no busca protagonismo ni hace alarde de sus vínculos familiares tan especiales.

 

ü Analizando el comportamiento de Juan Bautista, descubrimos un estilo muy particular de anunciar la Palabra de Dios. A partir de sus intervenciones podemos construir un “modelo” pastoral que sirve de inspiración a la actividad evangelizadora de la Iglesia. ¿Cuáles son los rasgos principales de este modelo de acción pastoral?

 

ü El primer rasgo se refiere al contenido: Juan Bautista anuncia la persona de Jesús; el Mesías anunciado por los profetas ya está presente en medio de su pueblo. La Iglesia Apostólica comprendió, con absoluta claridad, que Jesús Resucitado era el contenido esencial de su predicación:

o   Así como Juan Bautista preparó el camino para que sus contemporáneos se abrieran a la salvación que estaba presente en medio de ellos, también nosotros debemos estar al servicio de este encuentro entre Jesús Resucitado y la comunidad.

o   La misión que se nos ha confiado es facilitar la experiencia religiosa que permite descubrir la presencia de Dios en todos los momentos de la  vida. No hemos sido llamados a divulgar teorías sicológicas o sociológicas o teológicas. El centro del anuncio debe ser la persona de Jesús. Así lo comprendió Juan Bautista y así lo viene haciendo la acción evangelizadora de la  Iglesia a lo largo de los siglos.

 

ü El segundo rasgo  del modelo evangelizador de Juan Bautista es su clara conciencia de ser instrumento en manos de Dios. Lo que realmente importa es la acción de Dios en cada uno. Los catequistas y evangelizadores somos simples sembradores de la semilla de la Palabra de Dios en la mente y en el  corazón de las personas. El éxito de esta siembra no depende de nuestros esfuerzos sino de la acción de la gracia. El ministerio apostólico de Juan se llevó a cabo dentro de esta convicción.

 

ü El tercer rasgo del modelo evangelizador de Juan Bautista es su invitación a la conversión, su exhortación para que la gente reconociera sus pecados y reorientara su vida. Sus interpelaciones  eran muy directas pero jamás imponía. El anuncio del Reino de Dios se dirige a la libertad sin imposiciones y sin chantajes emotivos. Es importante tener claridad a este respecto, pues en la TV aparecen ciertos predicadores que usan  la Palabra de Dios como  un objeto  que mercadean, y así Jesús se convierte en un producto más de consumo masivo, que genera abultadas ganancias a estos predicadores.  Anunciemos con entusiasmo la Palabra de Dios, invitemos para que sea acogida, pero jamás hagamos de la fe un fenómeno de sicología de masas. La acción de Dios se da de manera silenciosa en lo profundo del corazón…

 

ü El cuarto rasgo del modelo evangelizador de Juan Bautista es el testimonio que respalda sus palabras. En él había una total armonía entre lo que decía y lo que hacía. Recordemos que el ejemplo es la mejor enseñanza.

 

ü Es hora de concluir nuestra meditación dominical. Juan Bautista ilumina con su presencia la liturgia de este II domingo de Adviento. El texto del evangelio que hemos escuchado y meditado nos ofrece elementos muy inspiradores para el trabajo evangelizador, que debe estar centrado en la persona de Jesús y no en el debate de teorías y opiniones; somos simples instrumentos en manos de Dios y facilitadores de los procesos espirituales; nuestro anuncio debe ser un llamado a la libertad evitando cualquier tipo de presión; y, a imitación de Juan Bautista, tengamos presente que el testimonio es la enseñanza más elocuente.