Domingo XIX del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
ü
Lecturas:
o
I Libro de los
Reyes 19, 4-8
o
Carta de san Pablo
a los Efesios 4,30 – 5,2
o
Juan 6, 41-51
ü
La primera
lectura, tomada del I Libro de los Reyes, tiene como protagonista al profeta
Elías, quien vivió en el siglo IX AC. A pesar de la enorme distancia temporal y
cultural que nos separa de él, este personaje tuvo una experiencia humana muy
intensa que nos permite sintonizar con él:
o
Acab, rey de
Israel, se casó con una mujer cananea, llamada Jezabel. Instigado por ella, el
rey abandonó la fe de sus mayores y levantó altares para honrar a los dioses
cananeos, y ordenó asesinar a los profetas que anunciaban el mensaje de Iahvé.
o
El profeta Elías
denunció con vehemencia la infidelidad religiosa del rey, y esto lo convirtió en
objetivo de la persecución ordenada por Jezabel.
o
Este es el
contexto para comprender la primera lectura. Huyendo de la ira de la reina,
Elías se internó en el desierto. Su situación era
muy complicada pues era
perseguido por un enemigo muy poderoso, estaba solo, hambriento y sediento;
había perdido la esperanza.
o
El texto que hemos
escuchado nos dice que Elías “se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de
morir y dijo: ‘Basta ya, Señor; quítame la vida, pues ya no valgo más que mis
padres’. Después se recostó y se
quedó dormido”.
ü
El profeta se
sentía agobiado. Sus fuerzas físicas y
su motivación no daban para más. Ante la
situación extrema en que se encontraba, lo único que le quedaba era morir; por
eso suplica: “Quítame la vida”. Aunque para nosotros, mujeres y hombres de
nuestra época, el siglo IX AC es algo muy distante, la crisis existencial que
vive el profeta nos impacta y lo
sentimos cercano.
ü
¿Por qué la
cercanía que sentimos ante la situación vivida por el profeta Elías? Todos
nosotros hemos sido testigos de desgracias personales y familiares que, como si
fueran un terrible tsunami, destruyen la motivación para seguir viviendo;
pensemos, por ejemplo, en enfermedades terminales
y dolorosas que se prolongan en el tiempo; pensemos en fracasos
económicos que devoran el esfuerzo de toda la vida y que generan deudas
imposibles de pagar; pensemos en tragedias familiares que desbordan la capacidad
de reacción del ser humano. El profeta Elías, igual que mujeres y hombres de
todos los tiempos, se sintió aplastado por los acontecimientos y
fue víctima de una depresión aguda que
le hizo desear la muerte.
ü
El relato bíblico
nos dice que un ángel lo despertó, le ofreció alimento y lo invitó a levantarse;
y esto en dos ocasiones:
o
Dios actúa de
muchas maneras y se expresa a través de diversos
instrumentos. En este relato se nos habla de un ángel; en la vida
diaria, la Providencia amorosa de Dios se manifiesta a través de los padres, de
la familia, de los amigos.
o
Si el profeta
Elías no hubiera sido ayudado en la depresión y total indefensión en que se
encontraba, ciertamente habría muerto. Él solo no hubiera sido capaz de
sobrevivir a la crisis.
ü
Este es el primer
mensaje que nos comunica la liturgia de este domingo: los seres humanos somos
frágiles, y las crisis pueden alcanzar tales dimensiones que nos incapacitan
para reaccionar. Acudiendo a la imagen bíblica que hemos escuchado, de alguna
manera debemos ser ángeles que ayudemos a reaccionar
a quienes están hundidos en la desesperanza; colaboremos
en la tarea de buscar el apoyo adecuado; pronunciemos una palabra de
estímulo y esperanza.
ü
Así pues, este
texto del I Libro de los Reyes nos motiva a la solidaridad para tender la mano a
todos aquellos que se sienten agobiados por la carga que llevan.
ü
Además, este texto
del I Libro de los Reyes tiene un profundo simbolismo
eucarístico por su referencia al alimento: el pan que ofrece el ángel al
profeta le permite recuperar las fuerzas para reemprender
el camino; en la perspectiva
del Nuevo Testamento, este pan ofrecido al profeta preanuncia el Pan de vida
ofrecido por Jesús para nuestro viaje hacia la casa del Padre: “Yo soy el Pan
vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre. Y el
pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.
ü
Estas palabras del
Señor nos confortan pues nos dicen que
Él estará con nosotros en
todas las circunstancias de la vida. Ahora bien, la certeza de la presencia del
Señor no nos exime de nuestras
responsabilidades en cuanto a utilizar todos
los medios humanos para la superación de las crisis. No podemos caer en la
trampa de quienes creen que la fe en el Señor resucitado los exime de trabajar.
Ciertamente, debemos orar con fe y confianza, pero no esperemos que Dios hará la
tarea que nos corresponde a nosotros. Si el problema que nos tiene al borde del
precipicio es económico, busquemos la asesoría de los que saben de finanzas y no
esperemos que Dios haga de banquero y nos refinancie la deuda; si el problema es
causado por una depresión aguda, busquemos la ayuda del especialista y no
pidamos a Dios que actúe como un antidepresivo…
ü
Las lecturas de
hoy nos motivan para nutrir nuestra vida espiritual con la oración y la
participación eucarística de manera que tengamos fortaleza interior para
afrontar los obstáculos que trae la vida. Acudamos a los medios
espirituales y a las ayudas
especializadas para salir adelante; y seamos como unos ángeles solidarios que
ayudamos a nuestros hermanos a superar sus crisis existenciales.