Domingo XIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       II Libro de los Reyes 4, 8-11. 14-16ª

o       Carta a los Romanos  6, 3-4. 8-11

o       Mateo 10, 37-42

 

ü    Nos gusta leer la Biblia porque la Palabra de Dios nos llena de paz y de sentido. Además encontramos textos que son verdaderas joyas de la literatura universal. Sin embargo, tenemos que reconocer que el texto de San Mateo que acabamos de escuchar es inquietante, pues hace afirmaciones muy fuertes que desajustan la forma como hemos organizado nuestra rutina.

 

ü    Hay frases que nos dejan un sabor amargo: “el que quiere a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí;  y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”. Parecería que hay “choque de trenes” entre la Palabra de Dios y la familia, que es lo que más queremos.

 

ü     Quisiera exhortarlos a superar el fastidio inicial que nos producen estas expresiones para desentrañar el mensaje profundo que nos comunican en este día.

 

ü    Antes de analizar el contenido, quisiera explicar a quiénes van dirigidas estas palabras. Este texto que hemos escuchado es la parte final del llamado “discurso misionero o apostólico”, en el que Jesús traza el perfil de los anunciadores de la buena noticia.  Asumir el rol de evangelizadores no es un simple pasatiempo, al cual se dedican unas horas el fin de semana... Asumir el rol de evangelizadores supone unas decisiones importantes y una organización particular de la vida.

 

ü    Cuando las empresas necesitan llenar una vacante hacen una convocatoria. Y en esta convocatoria se presentan las tareas que hay que realizar y los requisitos que deben cumplir los candidatos. De manera análoga, Jesús expone en este “discurso misionero o apostólico” el perfil de los anunciadores del reino y pide a los candidatos posiciones definidas.

 

ü   Analicemos algunas de las frases que nos producen incomodidad e incluso escándalo:

o       “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”

o       ¿Cuál es el significado de estas frases que hieren nuestra sensibilidad?

o       En primer lugar, estas palabras quieren decir que Dios está por encima de todo. Él es el único valor absoluto. La fidelidad a Dios está por encima de cualquier otra fidelidad, por importante que ésta sea.

o       Este llamado de atención es muy pertinente en nuestra época, que está llena de ambigüedades pues se han borrado las fronteras que separaban el bien y el mal, la honestidad y el delito. Todo es más o menos igual...

o       En segundo lugar, este texto nos dice que el amor no nos puede enceguecer, el amor no puede confundir la objetividad de nuestros juicios.

o       Hay padres de familia  incapaces de ver el comportamiento equivocado de algún miembro de la familia. Lo defienden a capa y espada.

o       Algunos adolescentes y jóvenes se comportan como vándalos dentro de la institución en la que estudian y son una plaga en el barrio.

o       Sin embargo sus papás los defienden contra toda evidencia, montan en cólera contra aquellos que se han atrevido a acusarlos. Para esos padres de familia, enceguecidos por el amor, sus hijos, vándalos y casi delincuentes, son tiernos angelitos hiperactivos.

o       Las fuertes palabras del evangelista San Mateo nos piden examinarnos sobre el lugar que ocupa Dios en nuestras vidas y la  escala de valores que de esto se deriva, y sobre la objetividad de nuestros juicios particularmente cuando en esos juicios están implicados nuestros afectos.

 

ü     Demos un paso adelante y analicemos otra expresión de San Mateo que suena particularmente escandalosa  a los oídos de esta sociedad que sólo busca la comodidad: “el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”:

o       Dios nos creó para ser felices, y por medio de su hijo Jesucristo nos constituyó en hijos suyos.

o       Por eso los creyentes debemos ver la vida con optimismo y alegría.

o       Ahora bien, tenemos que reconocer que se han infiltrado mensajes negativos en la tradición católica. Es frecuente escuchar frases como “nacimos para sufrir, somos peregrinos en  un valle de lágrimas”. Hay que aceptar que se encuentran elementos masoquistas, pesimistas, trágicos en la mentalidad del pueblo de Dios.

o       Tenemos que luchar contra esta actitud negativa pues no es sana.

o       ¿Qué nos quiere decir San Mateo cuando reproduce las palabras de Jesús: “el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”?

o       Es una llamada a asumir, con responsabilidad y lucidez, las dificultades que encontramos en el camino. En toda existencia humana hay cruces, unas más grandes y otras más pequeñas. La cruz es parte de la condición humana.

o       Frente a esta realidad de la cruz no hay que responder con desánimo ni con auto compasión (“pobrecito yo”, “tan de malas yo”) Tampoco es sano huir ante las cruces; nuestra sociedad es muy dada a los escapismos de diversa índole;  a manera de ejemplo, recordemos cómo la gente huye de sus problemas mediante  el trabajo asumido obsesivamente, mediante los tranquilizantes, el alcohol, etc.  Hay que ver las cruces de la vida como oportunidades de maduración y crecimiento.

 

ü    Es hora de terminar nuestra meditación dominical:

o       La primera impresión que nos dejó el evangelio de San Mateo fue negativa pues sus expresiones eran demasiado fuertes y amenazantes.

o       A medida que fuimos profundizando en sus palabras fuimos descubriendo mensajes positivos.

o       No podemos considerar a Dios como un simple comodín al que utilizamos en las emergencias. Él es el valor absoluto de nuestras vidas. Nuestra escala de valores y de afectos tiene que respetar esa centralidad de Dios en el proyecto humano.

o       El amor hacia la familia no puede enceguecernos y hacernos perder la objetividad. El amor no puede llevarnos a desconocer los comportamientos negativos de las personas que queremos.

o       Nuestra religión es un himno a la alegría y al optimismo. Por eso debemos erradicar de nuestras vidas toda huella de pesimismo pues  no es sano para el espíritu ni para el cuerpo.

o       Somos invitados a asumir maduramente las cruces que trae la vida como oportunidades de crecimiento.