Domingo XII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

  

ü     Lecturas:

o       Libro de Job 38, 1. 8-11

o       II Carta de San Pablo a los Corintios 5, 14-17

o       Marcos 4, 35-40

 

ü     El evangelio de hoy ofrece a nuestra meditación el relato de la tempestad calmada. Cuando leemos con atención este texto, descubrimos que tiene dos sentidos: el sentido más obvio es ver en él la descripción de un milagro obrado por Jesús, en el que muestra su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza; este primer sentido es reforzado por el comentario que hacen sus seguidores: “Pero, ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.

 

ü     Tiene, además, un segundo sentido o nivel de interpretación, pues el evangelista Marcos hace una catequesis sobre la fe, entendida como confianza en Dios. Los invito a que exploremos estos dos sentidos.

 

ü     Empecemos, pues, por el milagro que hace Jesús al calmar la tempestad:

o       Este relato de la tempestad calmada contiene los elementos característicos de las narraciones de milagros: se describe una situación en la que se vive una emergencia grave, los afectados gritan pidiendo auxilio a Dios, el taumaturgo pronuncia una palabra eficaz que obra el milagro, y finalmente la reacción de temor reverencial de quienes han visto el prodigio.

o       Este relato se enriquece si volvemos a revisar la primera lectura, tomada del libro de Job. A través de expresiones muy gráficas, puestas en labios de Dios, se está afirmando su señorío sobre las fuerzas de la naturaleza: “Cuando el mar brotó del seno de la tierra, ¿quién le puso compuertas para contenerlo? Yo le di una nube por vestido, y la niebla por pañales. Yo le puse un límite al mar y cerré con llave sus compuertas”.

o       A través de estas imágenes literarias que tienen un cierto sabor ingenuo, se está afirmando la superioridad de Dios sobre la naturaleza. Los seres humanos nos sentimos absolutamente impotentes ante las fuerzas de la naturaleza: recordemos la tragedia de Armero, el tsunami que arrasó las costas del Pacífico, las tragedias sufridas por causa del invierno que azotó al país durante los últimos meses.

o       Jesús, al domar la furia de la tempestad, está mostrando su poder.

 

ü     Pasemos, ahora, al segundo sentido de este relato, en el cual el evangelista Marcos aprovecha para hacer una catequesis sobre la fe.

 

ü     Jesús dice a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Es una invitación para ir al territorio pagano de la Decápolis; para la mentalidad judía de la época, se trataba de un territorio hostil, dominado por fuerzas malignas. Se trataba, pues, de salir de un territorio en el que se sentían seguros, para  incursionar en una realidad diferente, plagada de enemigos y de obstáculos de todo tipo.

 

ü     Este texto del evangelio de Marcos nos invita a reflexionar sobre nuestros miedos, los cuales deben ser reconocidos sin pretender negarlos:

o       Nos da miedo explorar situaciones nuevas pues preferimos la seguridad de lo conocido.

o       Ahora bien, si nosotros optamos por la seguridad de lo conocido, no seremos agentes de innovación, caeremos en la rutina, las transformaciones sociales nos arrollarán, la competencia nos aplastará, se perpetuarán las injusticias y el mundo no cambiará.

o       La invitación que hace Jesús, “vamos a la otra orilla”, es muy estimulante; demos una respuesta positiva y realista, conscientes de que en el camino se presentarán dificultades.

o       Con frecuencia Jesús nos exhorta a no temer. Si Dios está con nosotros, ¿qué nos puede atemorizar?

 

ü     En medio de la tempestad, los discípulos se sienten desconcertados porque Jesús duerme: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos”.

o       Parecería que a Jesús le tiene sin cuidado la amenaza sobre las vidas de sus seguidores.

o       Así como los discípulos se sintieron muy mal ante el aparente desinterés de Jesús, también nosotros podemos decir que hemos vivido momentos muy duros en los que parecía que Dios estaba ausente o quizás demasiado ocupado como para interesarse en nuestros pequeños asuntos.

o       Ahora bien, si tomamos en serio la alianza o pacto de amor sellado con la sangre de Cristo en la cruz – hablamos de esto el domingo anterior, durante la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo -, Dios no se ha olvidado de nosotros. Simplemente quiere probar nuestra madurez de manera que hagamos de las crisis oportunidades de crecimiento. Se comporta como el papá que, escondido, está pendiente de lo que hace su hijo… ¡Está realmente presente aunque parezca ausente!

 

ü    Una vez que la tormenta ha cesado, Jesús les llama la atención: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe?”

 

ü     Con estas palabras de Jesús hemos llegado al centro del mensaje espiritual de este domingo, sobre  la fe entendida como confianza:

o       Tener fe en Dios no consiste en haber leído muchos libros de teología ni en conocer detalles eruditos de las distintas religiones.

o       La fe es una relación particularísima entre Dios, quien nos llama a su intimidad, y nosotros.

o       En la historia de este llamado se entremezclan las incertidumbres y la certeza:

§        Ciertamente, hay una gran dosis de incertidumbre en cuanto desconocemos el futuro. Todos nuestros proyectos son frágiles porque no tenemos control sobre las variables del porvenir.

§        Al mismo tiempo que sentimos temor ante las incertidumbres del futuro, debemos sentir una gran paz porque Jesús está con nosotros. No navegamos solos. Él es nuestro compañero de  viaje, aunque algunas veces parece dormido…

 

ü     Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre el relato de la tempestad calmada. Que este texto evangélico sobre la tempestad calmada sirva para reafirmar nuestra confianza en Jesús, quien ha establecido con nosotros una alianza o pacto de amor que no está sometido a los vaivenes de los acontecimientos. Él es el siempre fiel.