Domingo XVI del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

ü       Lecturas:

o       Sabiduría 12, 13. 16-19

o       Carta de San Pablo a los Romanos

o       Mateo 13, 24-43

 

ü        El evangelio de hoy propone a nuestra meditación la parábola del trigo y la cizaña. Esta parábola expresa una experiencia difícil vivida por los agricultores de todos los tiempos: junto a los sembrados, en los cuales han invertido tiempo y dinero, aparecen malezas y plagas amenazantes.

 

ü       Esta parábola es engañosamente sencilla: utilizando imágenes de la vida del campo,  fáciles de entender, Jesús está planteando uno de los problemas más complejos que afronta la humanidad.  Se trata del problema del mal. ¿Por qué hay tanta pobreza e injusticia? ¿Por qué los atentados terroristas arrebatan las vidas de ciudadanos inocentes? ¿Por qué millones de niños son víctimas de maltrato físico y de abuso sexual?

 

ü        Estos interrogantes tan duros, que nos quitan el sueño, son sugeridos en este relato de San Mateo, mediante la imagen de la cizaña, maleza que se da en medio de los trigales.

 

ü        El mal es un incómodo e inevitable compañero de camino. Experimentamos el mal dentro de nosotros: el mal se expresa en los celos, en la envidia, en la crítica destructora. Experimentamos el mal dentro de nuestras familias: hermanos que se pelean por una herencia, no importa que se trate de una gran fortuna o de unos muebles viejos. Experimentamos el mal dentro de la vida económica y política: funcionarios que desvían los dineros de la institución  hacia sus bolsillos particulares. Experimentamos el mal en las relaciones internacionales: reglas de juego injustas en el comercio internacional, imperio de la fuerza sobre el derecho.

 

ü        Hasta el momento hemos tomado conciencia de la existencia omnipresente del mal. Por todas partes hay cizaña. Demos un paso adelante en nuestra reflexión y preguntémonos: ¿cómo reaccionamos ante el mal?

o       La primera reacción es salir a buscar al culpable: estamos a la caza de chivos expiatorios. Con frecuencia cometemos injusticias al declarar culpables a personas que nada tienen que ver. Enceguecidos  por la rabia o por la pasión nos convertimos en jueces implacables de los demás.

o       Siempre los culpables están fuera. Tenemos una enorme dificultad para reconocer que debemos asumir una parte de la responsabilidad. El estudiante siempre dice “me rajaron” y no reconoce que perdió el examen por vago. El conductor siempre dice “me chocaron” y no reconoce que estaba distraído hablando por el celular. Cuando un matrimonio fracasa no existe la parte totalmente culpable y la parte totalmente inocente; las responsabilidades de ese fracaso hay que buscarlas en las acciones y omisiones de cada miembro de la pareja.

o       La segunda reacción es tomar decisiones radicales, al calor de la pasión. Estas decisiones, cargadas de emotividad, casi siempre son equivocadas.

 

ü       Siguiendo en nuestra reflexión sobre este texto de San Mateo, preguntémonos qué intención tuvo Jesús al proponer esta parábola.

o       Jesús tenía muy claro que quienes más necesitaban de su apostolado eran los pecadores. Por eso los destinatarios principales no eran los buenos ni los judíos piadosos de su tiempo.

o       En coherencia con esta visión, Jesús compartió la mesa con los pecadores; sabía que debía acercarse a ellos para anunciarles la buena noticia.

o       Y esto le ocasionó todo tipo de críticas por parte de los fariseos, quienes se creían superiores a los demás mortales.

 

ü       Es muy importante comprender este contexto de críticas al estilo evangelizador de Jesús para captar la enseñanza de fondo de la parábola del trigo y la cizaña.

 

ü        Los invito a dar un paso en nuestra reflexión para explorar la política que  asume el agricultor de la parábola al descubrir que la cizaña ha aparecido en medio de su cultivo de trigo:

o       Sus trabajadores le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?”. El agricultor rechaza la propuesta por una razón muy simple: también podrían arrancar el trigo; decide, entonces, que crezcan juntos hasta el momento de la cosecha. El agricultor rechaza las reacciones inmediatas y prefiere esperar.

o       ¿Qué nos quiere decir Jesús a través de este agricultor paciente, que prefiere esperar hasta el momento de la cosecha?

o       Jesús nos está dando una enseñanza muy seria para que no nos precipitemos al juzgar a los demás y al actuar. No debemos formular juicios definitivos sobre las personas pues, por una parte,  nos podemos equivocar ya que estamos interpretando hechos externos y fragmentarios, y, por otra parte, las personas pueden cambiar y mejorar.

o       No podemos clasificar de manera simplista a las personas: los buenos por un lado y los malos por otro. Estas lecturas simplistas de la realidad son proyección de nuestros prejuicios sociales.

o       La paciencia del agricultor de la parábola nos está diciendo que hay tiempo para la conversión y la misericordia.

o       Esta invitación a la paciencia y esta exhortación a creer que las cosas pueden mejorar deberían estar muy presentes en la vida familiar, en particular cuando se presentan discusiones con los hijos adolescentes y cuando la pareja está pasando por momentos de incomunicación.

o       Cuando hablamos de paciencia no estamos pensando en quedarnos con los brazos cruzados, esperando pasivamente que las cosas mejoren por sí solas. No. Se trata de una paciencia activa, que pone los medios adecuados para que se produzcan resultados positivos, pero que no espera transformaciones mágicas sino que sabe que hay que dar tiempo al tiempo.

 

ü        El Salmo responsorial expresa bellamente la paciencia que Dios ha manifestado a lo largo de la historia: “Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan, lento a la cólera y rico en  piedad”

 

ü        Al terminar esta meditación dominical pidamos al buen Dios que no reaccionemos de manera apresurada, que no formulemos juicios  construidos sobre simples apariencias. Pidamos al buen Dios que nos dé una paciencia activa que pone los medios adecuados y que no se acelera exigiendo resultados inmediatos.