Domingo XIV del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü       Lecturas:

o       Profeta Isaías 55, 10-11

o       Carta de San Pablo a los Romanos 8, 18-23

o       Mateo 13, 1-23

 

ü       Acabamos de escuchar la “parábola del sembrador”, que es una de las más conocidas de los evangelios:

o       Sabemos que Jesús utilizó con frecuencia esta forma literaria para comunicarse con sus contemporáneos y anunciar la salvación.

o       Como las parábolas usan imágenes de la vida diaria del pueblo judío (ovejas, semillas, higuera estéril, la viña, el hombre rico, etc.), algunos piensan que se trata de historietas amables, que aparecen en medio de relatos más amplios y densos, para entretener al lector.

o       No. Las parábolas no son historietas divertidas ni cuentos ligeros. Obligan a pensar, porque las parábolas no lo dicen todo sino que sugieren. Obligan a explorar el significado profundo, que está más allá de la imagen literaria utilizada.

o       Las parábolas constituyen una llamada de atención para caer en la cuenta de realidades muy serias que exigen nuestra respuesta.

 

ü       Después de estas observaciones generales sobre las parábolas, cabe preguntarse: ¿cuál es el significado profundo de la parábola del sembrador? 

 

ü      A través de la imagen literaria de la semilla y del sembrador, Jesús explica que el Reino de Dios es una realidad espiritual que germina silenciosamente en el interior de las personas  y de las comunidades.

 

ü       Jesús, al mostrar la suerte diversa que corren las semillas arrojadas por el sembrador, nos está diciendo que ese Reino de Dios crece en condiciones muy disímiles, casi siempre  hostiles.

 

ü       Para no ir muy lejos en la historia, recordemos cómo en las últimas décadas el Reino de Dios ha soportado los embates de diversas formas de materialismo (las persecuciones del materialismo marxista,  el adormecimiento moral que produce el materialismo de la sociedad de consumo) Y también ese Reino de Dios ha florecido en millones de personas maravillosas entregadas a sus familias, al trabajo, a la solidaridad.

 

ü      La parábola del sembrador es larga y consta de tres partes claramente diferenciadas:

o       En la primera parte, encontramos el texto de la parábola del sembrador. Jesús explica cómo, a pesar del aparente fracaso del Reino de Dios – fracaso expresado en la imagen literaria de las semillas que no lograron sobrevivir -, la cosecha final es excelente (“Dio grano: unos ciento, otros sesenta, otros treinta”) A pesar del aparente fracaso, el Reino de Dios  se encuentra ya presente  y actuante en medio de la humanidad.

o       En la segunda parte, Jesús explica por qué habla en parábolas. Aquí se refiere al binomio aceptación – rechazo que las comunidades han manifestado hacia Él.

o       En la tercera parte, Jesús explica en privado a los discípulos el significado de la parábola. Aquí Jesús no pone el énfasis en el éxito final de la siembra – como lo hace en primera parte del relato -, sino en las diversas actitudes con que se acoge el mensaje del evangelio.

 

ü       Los invito a que hagamos un examen de conciencia sobre la forma como acogemos la Palabra de Dios en nuestras vidas, palabra que se expresa por muy diversos conductos (leyendo la Biblia, participando en los sacramentos, ayudando a los demás, disfrutando la naturaleza, etc.)

 

ü       Ciertamente no pertenecemos a ese primer grupo  en el que la semilla se perdió en su totalidad. El hecho de participar con devoción y seriedad en esta misa dominical muestra que estamos deseosos de cultivar un espacio de encuentro con Dios.

 

ü       Quizás nuestra situación respecto a los valores religiosos se vea reflejada en la imagen de la capa vegetal superficial. Los valores espirituales no pueden  echar raíces profundas en nosotros porque pertenecemos a una cultura light, plástica, que da excesiva importancia a las apariencias.

 

ü       Quizás nuestra situación frente a los valores espirituales se vea interpretada en la imagen de las zarzas que ahogan a la planta que  está naciendo de la semilla. Las zarzas significan los afanes de la vida y la seducción por el dinero que terminan por ahogar la semilla del evangelio en nosotros. Estamos demasiado atareados por otros asuntos y lo espiritual queda marginado.

 

ü      Terminemos esta eucaristía  dominical pidiéndole a Jesús, el divino sembrador, que nos ayude a preparar nuestro interior para acoger su palabra de manera que eche raíces en nosotros; que nos veamos libres de la maleza y de las plagas que impiden que se acreciente nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.