Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Profeta Isaías 50, 5-10

o       Carta del apóstol Santiago 2, 14-18

o       Marcos 8, 27-35

 

ü     En nuestra época, las encuestas ocupan un lugar destacadísimo pues, gracias a la información que nos dan, permiten detectar las expectativas que tiene la opinión pública:

o       Las empresas las utilizan para poder conocer cómo son aceptados sus productos y servicios, así como los de la competencia.

o       Los partidos  políticos  las analizan  con mucha atención  para hacer un seguimiento de las tendencias del electorado.

o       En pocas palabras, estos estudios son esenciales para poder tomar decisiones acertadas.

 

ü     Pues bien, el evangelio de hoy nos muestra cómo Jesús, anticipándose 2.000 años a los estudios de mercado, aplicó una pequeña encuesta, que constaba de dos preguntas:

o       La primera pregunta está formulada de la siguiente manera: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Al hacerla, Jesús quería tener información sobre la manera como era percibido por sus contemporáneos. No olvidemos que existían muchos imaginarios alrededor de la figura del Mesías.

o       La segunda pregunta es mucho más directa: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Al incluir esta pregunta dentro de la encuesta que aplicó a sus seguidores, Jesús exploró qué tan exitosa había sido la formación que había dado a sus discípulos.

 

ü     Han pasado 2.000 años después de que Jesús aplicara esta encuesta a un reducido número de  seguidores. En la actualidad,  el número de los cristianos constituye un segmento muy importante de la población mundial. ¿Qué sucedería si volviéramos a aplicar este mismo cuestionario  a los que se dicen cristianos dentro de las diversas Iglesias? Para ellos  ¿qué significa llamarse cristianos, cómo entienden el seguimiento de Jesús?

 

ü     En esta breve meditación dominical no podemos desarrollar en profundidad este tema. Me referiré, de manera esquemática, a tres maneras de entender el Cristianismo, las cuales han tenido un gran impacto.

 

ü    Empecemos por la primera de ellas. Hay personas que han utilizado el Cristianismo para  perpetuar sus privilegios económicos, sociales y políticos:

o       Consideran la miseria como un hecho sociológico normal, que es parte del plan de Dios. Rebelarse contra este modelo de organización es insubordinarse contra un orden establecido por Dios.

o       Además han utilizado la promesa del cielo como un anestésico contra las reivindicaciones sociales. A los que sufren en este valle de lágrimas les está garantizada la felicidad eterna.

o       Como lo podemos ver,  se trata de una interpretación torcida del hecho cristiano, pues así perpetúan un sistema injusto y bloquean cualquier proceso de cambio.

 

ü     Pasemos a una segunda interpretación del Cristianismo, que está en las antípodas del modelo que acabamos de enunciar. Se trata de la interpretación de Cristo como un líder político que asumió las luchas de su pueblo contra el invasor romano:

o       Esta imagen de un Cristo guerrillero y contestatario estuvo de moda en los años 70 y 80, y fue el motivo por el cual algunos sacerdotes y jóvenes universitarios soñadores emprendieron el desafortunado camino de la lucha armada. Recordemos a Camilo Torres, al cura Pérez fundador del ELN, y a tantos otros...

o       Los que se identificaron con esta interpretación del Cristianismo quisieron juntar lo que era incompatible: la buena noticia del Reino con el materialismo marxista. Este modelo se derrumbó al mismo tiempo que caía el muro de Berlín.

 

ü     En la actualidad hay una tercera interpretación del hecho cristiano, la cual tiene gran fuerza, particularmente en las nuevas generaciones que viven en los grandes centros urbanos. Para ellos el Cristianismo es una religión hecha  a la medida de cada cliente o simpatizante. ¿De dónde surge esta comprensión tan cómoda y facilista de la religión?

o       En nuestra cultura, el individualismo ha tomado muchísima fuerza. El argumento del “libre desarrollo de la personalidad” ha servido como justificación para una legislación cada vez más permisiva.

o       En este contexto, la vivencia religiosa está teñida de subjetivismo, lo cual lleva a rechazar cualquier forma de institucionalidad. Las decisiones se toman, no como respuesta a la interpelación de unos valores objetivos, sino siguiendo la conveniencia del momento.

o       Para muchos de nuestros contemporáneos, las normas éticas y las expresiones religiosas dependen de los sentimientos subjetivos, dependen del “me nace o no me nace”.

 

ü     Hagamos una pausa en nuestra reflexión. Hemos dicho que unos usan la religión como una justificación  para un modelo de sociedad esencialmente injusto. En el otro extremo, encontramos a los que pretenden manipular la religión como apoyo a unas opciones políticas radicales. Y hay una tercera manera de ver el Cristianismo; se trata de aquellos que se inventan su propia religión, en  la cual el criterio es el capricho subjetivo del individuo.

 

ü    Las lecturas de este domingo, en particular el texto de Marcos y las palabras  de Isaías sobre el siervo de Yahvé, nos muestran una realidad muy diferente:

o       El seguimiento de Jesús no es compatible con  un orden injusto y excluyente, ni con la lucha de clases; la religión no puede servir de justificación para hacer lo que nos da la gana.

o       Jesús pronunció unas palabras que no permiten una lectura maquillada: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día”, “el que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.

 

ü    Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Jesús, adelantándose a los profesionales que hacen estudios de opinión, aplica una breve encuesta a sus seguidores. Estas dos preguntas hechas por Jesús nos hacen pensar en la forma como vivimos nuestra religión, que no puede ser puesta al servicio de  intereses económicos y políticos. El seguimiento de Jesús es muy exigente y exige un compromiso de vida. No existe la posibilidad de vivir un Cristianismo “light”, que se acomoda a mi conveniencia individual.