Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü    Lecturas:

o       Libro de la Sabiduría 6, 13-17

o       Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 4, 12-17

o       Mateo 25, 1-13

 

ü     Los comentaristas de la Biblia coinciden en afirmar que esta parábola de las vírgenes prudentes y de las vírgenes necias es de difícil comprensión. Y la dificultad consiste en que ofrece una serie de elementos que distraen al lector. Veamos algunos de estos distractores: ¿por qué se habla de vírgenes? ¿por qué a unas se las califica de prudentes y a otras de necias? ¿por qué las llamadas prudentes fueron tan egoístas que no quisieron compartir el aceite? Se describe la llegada del novio, pero la novia ¿dónde está, por qué no se habla de ella? Estos factores dificultan que se pueda captar su sentido profundo.

 

ü     Por eso es importante aclarar el contexto. Esta parábola debe ser interpretada dentro de una problemática que los primeros cristianos vivían con particular intensidad;

o       Ciertamente, ellos se  sentían muy cercanos al Cristo histórico, que se había hecho como uno de nosotros, había muerto y resucitado. La primera venida de Cristo los marcaba profundamente.

o       Y al mismo tiempo vivían la esperanza de la segunda venida de Cristo, al final de los tiempos, como Señor y Juez universal.

o       Estos primeros cristianos vivían con una gran esperanza el periodo intermedio entre la primera y la segunda venida de Cristo al mundo. Ahora bien, en esa época  abundaban los fanáticos que anunciaban que la segunda venida se iba a dar en un periodo muy corto y estaría precedida por aterradores fenómenos de destrucción y muerte.

o       Este tipo de predicación se llamaba “apocalíptica”, asustaba a los oyentes y tenía un efecto paralizante: si pronto iba a regresar Jesucristo y todo sería destruido, ¿para qué trabajar, para qué esforzarse, para qué emprender proyectos? Esta parábola pretende orientar a la comunidad respecto a la problemática de la segunda venida del Señor.

 

ü     Después de conocer el contexto, pasemos a los protagonistas del relato:

o       La traducción habla de “vírgenes”; sería más exacto identificarlas como “mujeres jóvenes”. Estas diez muchachas eran las damas de honor de una boda que tenía un retraso significativo.

o       El texto las clasifica en dos grupos: cinco eran necias y cinco eran sensatas. Estos adjetivos no pretenden reflejar su coeficiente intelectual ni son el resultado del puntaje obtenido en algún test psicológico… Estos adjetivos califican la forma como ellas afrontan el futuro: unas fueron previsivas y otras fueron  descuidadas y dejaron todo para el último momento.

o       Nos desconcierta  la respuesta que dan las muchachas prudentes o previsivas a la solicitud de sus compañeras; se niegan a compartir el aceite que tenían. ¿Acaso son unas egoístas que aprovechan la oportunidad de ganarse el reconocimiento  de los asistentes a la boda? Esta interpretación es muy simplista para ser verdadera. Hay realidades y valores que no se pueden transferir, pues no son objeto de intercambio. Cada uno de nosotros es el  protagonista de su propia historia, es el constructor de su proyecto de vida. Y en ese proceso debemos asumir personalmente la responsabilidad de nuestras opciones. Nadie nos puede sustituir en  la toma de decisiones.

 

ü     El tema de fondo que plantea esta parábola es la forma como nos ubicamos entre le presente y el futuro:

o       Hay personas cuyo único punto de referencia es el presente: se gastan todo el dinero que ganan, aprovechan todas las oportunidades de divertirse que se les presentan, no están interesadas en un proyecto de vida que les exija formular metas en el mediano plazo.

o       En el otro extremo encontramos a aquellos personajes que, obsesionados por unas metas de éxito y de reconocimiento social, sólo piensan en alcanzarlas. Y se olvidan del presente, no tienen tiempo para la familia, no disfrutan las cosas bellas y simples que nos ofrece la vida en su cotidianidad.

o       Esta parábola invita a vivir el presente con una apertura hacia el futuro. Es una exhortación a vivir en plenitud cada minuto que nos regala la vida. Es una propuesta de espiritualidad para buscar y hallar a Dios en todas las cosas, pues Dios se nos manifiesta aquí y ahora.

o       El texto del evangelio de este domingo termina con una frase llena de sabiduría: “Estén vigilantes porque no saben el día ni la hora”

 

ü     Esta eucaristía dominical es una magnífica oportunidad para revisar la manera como estamos  gestionando nuestras vidas: ¿tengo en orden mis asuntos o continuamente voy posponiendo su organización? ¿si Dios me llamara en los próximos días tengo  resueltos mis asuntos afectivos, económicos y laborales, y tengo la conciencia en paz? No olvidemos que la vida la tenemos prestada y que estar vivos es un auténtico milagro.

 

ü     Al concluir nuestra meditación podemos hacer referencia a ese hermoso texto del libro de la Sabiduría que la liturgia de hoy trae como primera lectura. Encuentran la sabiduría  los que la buscan… La sabiduría no consiste en saber muchas cosas ni en poseer mucha información. No. La sabiduría es esa mirada penetrante que nos permite llegar al corazón de nuestros hermanos, interpretar sus sueños y sus angustias, que nos permite descubrir la voluntad de Dios en medio  de la lucha de cada día. La sabiduría nos permite vivir el presente con una perspectiva de futuro, nos   ayuda a superar la tentación de la improvisación y nos anima a estar preparados pues no sabemos el día ni la hora.