Domingo XXX del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü     Lecturas:

o       Éxodo 22, 20-26

o       Primera  Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 1, 5-10

o       Mateo  22, 34-40

 

ü     La Iglesia celebra hoy el Día Mundial de las Misiones. Quisiera invitar a todos los participantes en esta Eucaristía para que profundicemos en el significado de esta convocatoria que se nos hace.

 

ü     ¿Qué pretende la Iglesia este domingo?

o       En primer lugar, busca que todos nosotros tomemos conciencia de la tarea que nos fue confiada en el bautismo, a través de nuestros papás y padrinos, y que ratificamos al recibir el sacramento de la confirmación: ser testigos y anunciadores de la buena noticia de Jesús.

o       Y en segundo lugar, manifestar una solidaridad activa con aquellas mujeres y hombres que anuncian el mensaje de salvación a los que no conocen a Dios, o que lo conocieron pero después se olvidaron de él.

 

ü     Tenemos que actualizar la imagen de las misioneras y misioneros: no se trata solamente de personas heroicas que, dejando atrás su tierra, han aprendido difíciles dialectos y se han  acomodado a costumbres exóticas. Ese es el concepto tradicional. Pero en el mundo actual también son misioneros aquellos que entran en diálogo con la comunidad científica, más preocupada por los resultados inmediatos que por los interrogantes últimos sobre el sentido de la vida; también son misioneros aquellos que llevan un mensaje de esperanza a las víctimas de la violencia, a los desplazados, a los excluidos.

 

ü     Podemos considerar misioneros a quienes anuncian el evangelio y los valores del espíritu a un mundo que vive un ateismo práctico, prescindiendo de Dios en su vida diaria. Creen que la ciencia y la tecnología son capaces de responder los interrogantes más profundos del corazón humano. Pero la experiencia nos muestra que sin Dios las respuestas son incompletas.

 

ü     Dolorosamente tenemos que reconocer que vivimos en un mundo descristianizado. Los países de la vieja Europa, que  en otros tiempos enviaron a miles de anunciadores del evangelio, se han arrojado en brazos del consumismo materialista, olvidando los valores del espíritu.

 

ü     Y entre nosotros, los hijos y nietos de familias con raíces profundamente católicas, viven en un paganismo práctico pues solo les interesa el dinero, la rumba y el sexo sin compromiso.

 

ü     Después de haber ampliado el concepto tradicional de misionero, los invito a tomar conciencia de la tarea que asumimos el día de nuestro bautismo y que ratificamos el día de nuestra confirmación:

o       Con el bautismo nos hacemos partícipes de la pascua de Cristo e ingresamos a  la comunidad de los creyentes.

o       Para nosotros, que hemos nacido en familias católicas, este hecho nos parece absolutamente normal; forma parte de nuestra cultura. Sin embargo, no podemos considerar “normal”  sino extraordinario que el agua bautismal y el santo crisma impuesto sobre nuestra frente cambien radicalmente nuestro ser pues somos constituidos hijos de Dios y llamados a disfrutar de su amor e intimidad.

o       El bautismo, y lo que éste  realiza en cada uno de nosotros, no puede ser considerado como un premio o una condecoración para nuestro disfrute individual, sino que debe generar una dinámica de transformación. Jesús inaugura un orden nuevo basado en el amor, la justicia, el perdón, la solidaridad;  depende de cada uno de nosotros el que ese nuevo orden se haga realidad. Debemos ser anunciadores  de esta propuesta de Jesús y constructores de un mundo diferente. Esta es nuestra tarea, esta es nuestra misión, esta es nuestra agenda como misioneros.

o       Cuando los católicos son minoría dentro de una sociedad que profesa otra religión, toman muy en serio su fe, asumen  sus responsabilidades y dan ejemplo. Cuando viajamos a Estados Unidos nos llama la atención  el comportamiento de las familias católicas. Pero cuando somos mayoría, por ejemplo en Colombia, nos descuidamos.

o       La pasividad de los católicos contrasta con el proselitismo de otros grupos religiosos (por ejemplo, los Testigos de Jehová, los Evangélicos, los Pentecostales, etc.) Ellos utilizan todas las estrategias del mercadeo para atraer a nuevos miembros.

 

ü     Decía al comienzo de esta homilía que la Iglesia  busca dos objetivos al proponer el Día Mundial de las Misiones. Ya hemos reflexionado sobre el primer objetivo, que es tomar conciencia de nuestro compromiso como misioneros, es decir, como anunciadores y testigos de la buena noticia de Jesús.

 

ü     Reflexionemos ahora sobre el segundo objetivo de este Día Mundial de las Misiones, que es la solidaridad activa con aquellas personas que han hecho de la predicación del evangelio en otras culturas su opción de vida.

 

ü    Ciertamente, en nuestra época Dios continúa llamando a personas generosas que,  dejando atrás su propia cultura, se trasladan a otras regiones para servir a los hermanos más necesitados y enseñarles que Jesús es el Señor.

 

ü    Uno de los retos más complicados de la evangelización  en el mundo de hoy es la comunicación: ¿cómo hablar de Dios en palabras comprensibles para la comunidad científica, para un mundo globalizado? La evangelización exige usar palabras que lleguen a los oídos de las nuevas generaciones; la propuesta católica debe apoyarse en   argumentos inteligentes y respetuosos de las opiniones diferentes, sin dogmatismos, abiertos a las nuevas fronteras de la ciencia.

 

ü     En este Día Mundial de las Misiones tomemos conciencia de nuestras responsabilidades como testigos del evangelio en nuestro  entorno familiar, laboral y ciudadano; expresemos nuestra solidaridad con la obra misionera en todo el mundo aportando una limosna generosa que irá en su totalidad a las misioneras y misioneros que propagan la buena noticia de Jesús en condiciones difíciles.

 

ü     Para terminar, quiero contarles que hoy es un día de fiesta muy importante para los jesuitas de todo el mundo, pero en especial para los latinoamericanos, pues el Papa Benedicto XVI ha canonizado en este día a San Alberto Hurtado, un jesuita chileno que murió en 1951, y que fue un impresionante líder social en Chile, donde fundó la revista Mensaje y la obra social del Hogar de Cristo, que ejerce un enorme influjo al servicio de los pobres.  Encomendemos a San Alberto Hurtado, de perfil muy actual,  el trabajo con los pobres, los desplazados y los excluidos de nuestro país.