Domingo IV del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü      Lecturas:

o       Sofonías 2, 3; 3, 12-13

o       1 Corintios 1, 26-31

o       Mateo 5, 1-12

 

ü    Toda la liturgia de este domingo gira alrededor del texto que nos propone el evangelista San Mateo con sus nueve bienaventuranzas (dichosos los pobres en el espíritu, dichosos los limpios de corazón, etc.)

 

ü     Este texto nos da la clave para comprender el Reino que ha venido a construir Jesús; la  altura y exigencia de esta propuesta permitieron a sus contemporáneos hacer una primera valoración de este profeta que empezaba a recorrer los polvorientos caminos de Galilea: para unos, Jesús era un iluso que proponía unos ideales que estaban de espaldas a la realidad; para otros, Jesús era un enviado de Dios, pues semejantes palabras no podían ser el resultado de la simple lógica humana sino que provenían de una honda experiencia espiritual.

 

ü     Recordemos que el evangelista presenta, en estos primeros capítulos de su evangelio, las actividades iniciales de Jesús, quien acaba de inaugurar su ministerio apostólico. Durante los primeros meses de su actividad pública, Jesús integró el grupo de sus colaboradores más inmediatos, hizo una presentación general de su proyecto y empezó a ser conocido por las multitudes.

 

ü Esta página de las bienaventuranzas  forma parte de un texto más amplio, que ha sido llamado el “sermón del monte”, que es el nombre dado a las enseñanzas de Jesús que están contenidas en los capítulos 5 a 7 del evangelio de San Mateo:

 

o       Dentro de este texto amplio hay pequeños sermones de Jesús, uno de los cuales es el de las bienaventuranzas.

o       Este “sermón del monte” presenta el cristianismo esencial, el cual adquirirá sus dimensiones totales a la luz del misterio pascual, es decir, a la luz de la muerte y de la resurrección de Cristo. Jesús traza el boceto de lo que irá desarrollando en los próximos tres años, a través de sus palabras y acciones.

 

ü    Penetrando en el texto de las bienaventuranzas, descubrimos que ellas son, simultáneamente, una crítica y una propuesta ética.

 

ü     ¿En qué sentido las bienaventuranzas son una crítica?

 

o       Son una crítica para aquellos que ponen toda su confianza en el poder y en el dinero; muchas personas no dudan en usar todos los medios, aun los más bajos y torcidos, con tal de alcanzar los fines que se han propuesto.

o       En estos días se está proyectando la película ALEXANDER, que narra la vida de este caudillo excepcional que fue Alejandro Magno, el macedonio que conquistó Egipto donde fue proclamado faraón, derrotó a los ejércitos persas y llegó hasta la India.

o       Para Alejandro y para los conquistadores de todos los tiempos, no hay escrúpulos éticos que pueden detenerlos en su carrera en pos del poder y de la gloria. Están enceguecidos por la ambición. Nada los frena.

o       Los libros de historia están  escritos con la sangre y las lágrimas de las guerras. Infortunadamente, las acciones de aquellos que trabajan por la paz y la justicia obtienen, en el mejor de los casos, una nota al pie de página que apenas se alcanza a leer... La bondad no es protagonista ni hace noticia.

 

ü      Hemos dicho que las bienaventuranzas son, simultáneamente, una crítica y una propuesta ética. Ya hemos visto en qué sentido son una crítica; pasemos, pues, al segundo aspecto.

 

ü      ¿Por qué las bienaventuranzas son una propuesta ética?

o       Las nueve bienaventuranzas trazan un camino de felicidad absolutamente original, que no se apoya en los bienes materiales que se acumulan sino que se conquista en el corazón de cada uno. Proponen un camino de felicidad a través de la conversión del corazón y de la paz interior.

o       Las bienaventuranzas son revolucionarias porque establecen unos indicadores de logro y de éxito que nadie había imaginado. Más aún, para una sociedad como la nuestra que ha prescindido de Dios y que sólo piensa en la satisfacción cortoplacista, las bienaventuranzas parecen un camino absurdo que no conduce a ninguna parte.

o       Las bienaventuranzas, en la sencillez de su formulación (dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios; dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios), tienen un potencial fantástico capaz de recrear las relaciones sociales y de dar un viraje radical a la convivencia ciudadana. Ciertamente la vida en los campos y ciudades de Colombia sería muy diferente si avanzáramos  por esta ruta de las bienaventuranzas.

o       Las bienaventuranzas nos proponen la utopía cristiana en cuanto señalan el ideal  que debemos buscar, sabiendo que en esta vida nunca lo alcanzaremos plenamente, aunque sí podremos acercarnos a él. Las utopías nos hacen soñar, nos sacan de la mediocridad, las utopías generan procesos de cambio. Las bienaventuranzas son la expresión de la más sublime de todas las utopías, la construcción del reino de Dios en medio de los avatares de la historia.

 

ü   Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Cuando crucemos las puertas de esta iglesia para regresar a nuestras casas, llevemos el firme propósito de poner en práctica las bienaventuranzas en nuestra vida diaria:

 

o       Controlemos nuestra avidez consumista y no permitamos que el dinero se convierta en el absoluto de nuestras vidas: dichosos los pobres en el espíritu.

o       Desterremos de nuestro corazón las envidias y rencores: dichosos los limpios de corazón.

o       Compartamos lo que somos y lo que tenemos con las personas que nos rodean, en particular las más necesitadas: dichosos los misericordiosos.

o       Controlemos el mal genio y los brotes de intolerancia en nuestras relaciones interpersonales: dichosos los que trabajan por la paz.