Domingo VI de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Hechos de los apóstoles 8, 5-8.14-17

o       Primera carta de San Pedro 3, 15-18

o       Juan 14, 15-21

 

ü    Quisiera comenzar esta meditación dominical recordando que Dios se fue manifestando a su pueblo de manera gradual. Poco a poco, sin afanes, Dios fue dando a conocer cómo es Él en su misterio más hondo y también fue manifestando cuál es su proyecto de amor con la humanidad.

 

ü    Para comunicarse con su pueblo, Dios se valió de los acontecimientos vividos por Israel, acontecimientos que, analizados desde la fe, permitían descubrir el plan de Dios; y también se valió de personajes especiales, por ejemplo los profetas, para hacer reflexionar a la comunidad.

 

ü     En el Antiguo Testamento, Dios era visto como una realidad externa a la humanidad:

o       Dios y la humanidad eran dos realidades separadas; para los judíos estas dos realidades se juntaban en circunstancias especiales, por ejemplo cuando se participaba en los ritos que se celebraban en el Templo de Jerusalén, y obedeciendo los numerosísimos mandamientos que establecía la religión judía.

o       Para los judíos, las actividades relacionadas  con la familia, con los negocios, las interacciones  sociales, pertenecían a la esfera de lo profano, de lo no-Dios.

o       Si la gente quería encontrarse con Dios, debía salir de esas actividades profanas para adentrarse en el mundo de lo sagrado.

o       Se establecía así una separación entre dos mundos – el sagrado y el profano -, entre dos realidades, de manera que los seres humanos tenían que desconectarse de su realidad concreta para vivir la experiencia de Dios.

 

ü    Llega un momento en la historia, momento que se inicia con la Encarnación, en el cual Dios Padre nos regala a su Hijo, que es su palabra, para que nos diga de una vez por todas quién es Dios y cuál es la invitación que hace a la humanidad. Por eso decimos que Jesús es la manifestación plena de Dios; Jesús es la revelación del Padre.

 

ü     He querido recordar brevemente cómo se ha dado la comunicación de Dios con los seres humanos para poder ubicar el sentido profundo del evangelio que hemos escuchado. El capítulo 14 de San Juan, que tiene la melancolía propia de una despedida, hace referencia a una nueva presencia de Dios, que modificará sustancialmente las relaciones entre Él y la humanidad.

 

ü     ¿Qué nos dice San Juan en el evangelio de hoy? Nos explica cómo Jesús modifica sustancialmente este modelo de relación entre Dios y la humanidad:

o       Volvamos a leer algunas frases que aparecen en el evangelio de hoy: “Yo le pediré al Padre que les dé otro Defensor que esté siempre con Uds., el Espíritu de la verdad”, “dentro de poco el mundo no me verá, pero Uds. me verán porque yo sigo viviendo”, “al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré en él”

o       Estas frases nos muestran cómo Jesús, al darnos el regalo del Espíritu Santo, modifica sustancialmente la relación entre Dios y nosotros; la comunidad y cada uno de nosotros nos convertimos en morada de la divinidad; la realidad humana se hace santuario de Dios. Como Jesús mismo lo expresa, ya no hay escenarios sagrados externos donde Dios se manifiesta, pues Él está dentro de cada uno de nosotros.

o       El Padre no es un Dios lejano, sino que se acerca a nosotros, vive con nosotros, vive en nosotros, formando comunidad.

o       Buscar a Dios no nos empuja a explorar el mundo exterior sino a penetrar en nuestra interioridad, donde actúa el Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo.

o       La presencia de Dios en nosotros no es algo estático, sino que nos trasmite un dinamismo especial, que proviene de la fuerza del Espíritu Santo. Ser cristianos es descubrir cada día la novedad de la Palabra de Dios, es buscar nuevas oportunidades de servicio a los hermanos, es indagar por la voluntad concreta de Dios sobre nosotros, aquí y ahora.

 

ü    Este texto de San Juan, en el que Jesús anuncia el regalo del Espíritu Santo, revoluciona las ideas tradicionales sobre la espiritualidad. La auténtica espiritualidad no nos obliga a dejar a un lado las actividades diarias o seculares para encontrar a Dios;  debemos encontrarlo dentro de la vida de familia, en medio  de las actividades profesionales. Por eso San Ignacio de Loyola, maestro de oración, nos invita a buscar y hallar a Dios en todas las cosas.

 

ü    Es hora de terminar nuestra meditación dominical:

o       Al concluir el ciclo de su existencia histórica, Jesús no nos deja solos. Nos regala al Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo.

o       Con la presencia del Espíritu Santo en lo más íntimo de nuestro ser se inaugura una nueva forma de relación con Dios y se crea el espacio para una nueva comprensión de la espiritualidad, en la que no hay divorcio entre el mundo sagrado y el profano, pues toda la realidad creada se convierte en sacramento, presencia, lugar de encuentro con ese Dios que nos hace sus hijos.

o       Hoy 1 de mayo, Fiesta del Trabajo, pidamos a Dios por los obreros del mundo para que valoren su actividad como participación en la obra creadora de Dios y se avance en la  consolidación de unas condiciones humanas de vida para los trabajadores del campo y de la ciudad.