Domingo VII de Pascua, Ciclo A

La Ascensión

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü     Lecturas:

o       Hechos de los apóstoles 1, 1-11

o       Carta de San Pablo a los Efesios 1, 17-23

o       Mateo 28, 16-20

 

ü     Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Ascensión. Jesús cierra el ciclo de su vida histórica, inaugura una vida nueva junto al Padre, quien lo constituye en Señor del universo. La Ascensión marca el nacimiento de la Iglesia, que recibe la misión de continuar anunciando la salvación.

 

ü Para profundizar en el significado de la fiesta de hoy vamos a seguir lo que nos dice San Mateo en el evangelio que acabamos de escuchar, texto que pone punto final a su evangelio.

 

ü    El relato que escuchamos consta de tres elementos: 1) el encuentro final de Jesús con sus discípulos; 2) la misión que les encomienda; 3) la promesa que les hace.

 

ü    Empecemos, pues, por el encuentro final de Jesús con sus discípulos:

o       Es muy significativo que esta última cita tenga lugar en Galilea, pues allá tuvo lugar el primer encuentro con Jesús, quien los invitó a seguirlo.

o       Quien toma la iniciativa de este encuentro es Jesús. Toda la historia de la salvación es una iniciativa de Dios, que ofrece su gracia y su amistad a la humanidad, con la que establece una alianza eterna. Por eso la vida divina es un regalo que Dios nos hace; regalo que podemos aceptar o rechazar. Es el misterio de la libertad humana.

o       El encuentro se realiza en la cima de un monte, lo cual nos recuerda ese otro monte, el Sinaí, donde se manifestó Dios a Moisés y entregó las Tablas de la Ley.

o       San Mateo hace una observación muy interesante, que no podemos dejar pasar desapercibida: “al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban” A pesar de haber vivido la experiencia de la tumba vacía y a pesar de las apariciones, todavía vacilaban. Esto pone en evidencia nuestra condición humana que tiene un movimiento pendular: pasamos de la certeza a la duda, caminamos en medio de la luz y de la oscuridad, unas veces nos sentimos acompañados y otras veces nos acobarda la soledad... ¡Así somos!

 

ü     Pasemos al segundo elemento que nos ofrece este relato de San Mateo, la misión que Jesús encomienda a sus discípulos:

o       La misión que Jesús les confía es continuación y participación de la misión que él había recibido del Padre, pero contiene una novedad, que es la universalidad. Es una misión que los proyecta a los hombres y mujeres de todos los pueblos, y no solamente a Israel.

o       El fin de la misión es “hacer discípulos”, expresión que describe, en pocas palabras, la quintaesencia de la vida cristiana. Se trata de establecer una relación muy cercana con el Maestro. Se trata de algo profundamente vivencial, no teórico.

o       A continuación Mateo describe con dos gerundios cómo se llevará a cabo la misión, bautizándolos y enseñándoles:

§        El bautismo nos vincula con la persona de Jesús, muerto y resucitado. Ahora bien, toda la vida y obra de Jesús procede del Padre y culmina con el don del Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo. Por  el bautismo no sólo nos unimos a Jesús, sino que “en él, por él y en él”  entramos a participar de  la vida de Dios, quien es la perfecta comunidad en la perfecta unidad.

§        La misión pide enseñar aquello que Jesús les ha mandado. No se trata, pues, de divulgar las teorías personales ni de imponer nuestra visión personal del mundo, sino de proponer el proyecto de Jesús.

 

ü     Llegamos así al tercer elemento que nos ofrece el relato de San Mateo, la promesa que hace Jesús a sus discípulos: “Sepan que estoy con ustedes hasta el fin del mundo”:

o       Esta frase, con la que San Mateo pone punto final a su evangelio, es impactante ya que la resurrección y la ascensión de Jesús no traerán como consecuencia una ausencia de Dios sino que inauguran un nuevo tipo de presencia.

o       No estamos solos como si fuéramos unos náufragos  perdidos en medio de la inmensidad del mar. Jesús es nuestro compañero de viaje, con quien podemos compartir las alegrías y las tristezas de la aventura humana.

 

ü    Ya es hora de terminar nuestra meditación dominical. Volvamos a leer este texto de San Mateo, no ya como dirigido a unos interlocutores separados de nosotros por dos mil años de historia. Leamos este texto como dirigido a cada uno de nosotros:

o       Jesús nos invita a encontrarnos con  él, no ya en la cima de una montaña sino en nuestro quehacer cotidiano, para establecer un vínculo permanente. Es una invitación a una presencia que nunca terminará. Ahora bien, esa relación con Jesús se irá construyendo en medio de nuestra condición humana, en la que se alternan las alegrías y las tristezas, los logros y las pérdidas, las certezas y las dudas.

o       Asumamos, con renovado entusiasmo, la misión que Dios nos ha confiado a cada uno de nosotros como miembros de familia, como amigos, como ciudadanos, como miembros de la Iglesia.

o       El señor nos promete su apoyo y su gracia en medio de los altibajos de la vida, lo cual nos permite mirar con confianza el futuro aunque no faltan nubarrones amenazantes en el horizonte.

o       Y preparémonos a celebrar el próximo domingo la gran fiesta de Pentecostés, que es  el regalo que Jesús resucitado hace a la comunidad de los creyentes.