Domingo IV de Cuaresma, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü      Lecturas:

o       1 Samuel 16, 1b.6-7.10-13ª

o       Efesios 5, 8-14

o       Juan 9, 1-41

 

ü       El evangelio de hoy propone a nuestra consideración el relato de la curación del ciego de nacimiento.

 

ü       Los invito a concentrar nuestra reflexión en cuatro aspectos: empezaremos por el contexto en el cual se realiza la acción milagrosa de Jesús, luego diremos una palabra sobre el binomio enfermedad – pecado, analizaremos el comportamiento de los fariseos y terminaremos con el proceso de fe que vive el ciego que fue curado de su enfermedad.

 

ü       Empecemos, pues, por el primer punto de nuestra meditación, el contexto:

 

o       El evangelista San Juan se refiere con frecuencia al símbolo de la luz; en repetidas ocasiones afirma que Jesús es luz del mundo.

o       Además, en  varios lugares del evangelio  se refiere a la lucha entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre la gracia y el pecado.

o       El evangelista juega con el binomio luz – oscuridad: el ciego de nacimiento, a  pesar de haber estado privado de la luz física, pudo percibir la luz de la palabra de Cristo; los fariseos, a pesar de tener ojos, estaban ciegos para la verdad que les anunciaba Jesús.

o       Es importante recordar que todos los milagros de Jesús tienen un significado espiritual. No los hace para ganar popularidad o para recibir aplausos o para subir en las encuestas de opinión. Los milagros de Jesús están dirigidos al corazón de sus contemporáneos para sensibilizarlos  a su mensaje de salvación.

 

ü      Demos un paso adelante y exploremos la relación entre enfermedad y pecado:

 

o       Sus discípulos le preguntan: “Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres o por su propio pecado? Jesús les contestó: ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer”

o       Esta pregunta de los discípulos refleja una creencia muy generalizada según la cual algunas enfermedades son castigo de Dios por pecados particularmente graves.

o       Durante siglos, se afirmó ésto sobre la lepra. En el mundo actual, algunos interpretan el VIH/SIDA como un castigo de Dios a comportamientos sexuales inapropiados.

o       Esta conexión entre enfermedad y castigo por los  pecados cometidos  es  equivocada. Es el resultado una religiosidad mal entendida que le atribuye a Dios sentimientos de venganza.

o       Es inaceptable una explicación religiosa de las enfermedades; debemos buscar explicaciones científicas. La ciencia que estudia cómo se transmiten las enfermedades, así como los factores de riesgo, se llama epidemiología.

o       Las enfermedades son un hecho biológico y no un fenómeno religioso. Una cosa muy distinta es que las enfermedades sean ocasión para reflexionar sobre nuestro comportamiento y para modificar aquellas conductas destructivas y deshumanizantes que no están de acuerdo con el plan de Dios. Un ejemplo es San Ignacio de Loyola, quien durante su larga convalecencia  meditó sobre su vida e hizo un giro de 180°.

 

ü      Después de haber hecho claridad sobre esta equivocada relación entre la enfermedad y el pecado, los invito a que sigamos adelante en nuestra meditación y analicemos el comportamiento de los fariseos:

 

o       La relación entre Jesús y los fariseos se había ido deteriorando; era creciente la tensión entre ellos. Los fariseos percibían a Jesús como una amenaza porque se daban cuenta de la acogida que tenía entre las multitudes.

o       Fue tan grande la conmoción que produjo la curación del ciego de nacimiento, que la noticia llegó a oídos de los fariseos, quienes entrevistaron al hombre que había sido curado.

o       ¿Qué pretendían obtener con esta entrevista? No les interesaba conocer, de manera objetiva, lo que  había pasado, sino que querían llenarse de argumentos para acabar con Jesús, pues éste había hecho el milagro el sábado, día de descanso en que estaba prohibido realizar cualquier actividad.

o       A los fariseos les tenía sin cuidado la magnitud del drama humano de este hombre que había estado ciego durante toda su vida. Para ellos la prohibición de realizar actividades en sábado  era absoluta. Lo humano no contaba para nada.

o       En medio de la discusión se formaron dos bandos: unos decían que quien había realizado esa acción no podía obrar en nombre de Dios porque no había respetado el sábado; otros contra argumentaban diciendo que cómo podía hacer estas señales si era un pecador.

o       En medio de la discusión, se dirigieron al que había sido curado y le preguntaron: “Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él? Él respondió: yo digo que es un profeta”

o       Al escuchar esta clara afirmación montaron en cólera pues no podían aceptar que un hombre ignorante les enseñara a ellos, que se sentían dueños de la verdad.

 

ü       Llegamos así al último  punto de nuestra meditación, el proceso de fe vivido por este buen hombre:

 

o       El punto de partida del camino espiritual que recorre es la experiencia vivida. Cuando le preguntan qué ha sucedido, él relata los hechos con objetividad y precisión: “Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: Ve al estanque de Siloé, y lávate. Yo fui, y en cuanto me lavé, pude ver”

o       Narra con sencillez los hechos vividos; en este momento de su proceso espiritual, Jesús es un hombre; este juicio sobre Jesús se irá modificando poco a poco.

o       Poco después es interrogado por los fariseos: “Puesto que te ha dado la vista, ¿qué dices de él? Él contestó: yo digo que es un profeta”

o       Ha reflexionado sobre la experiencia vivida y da un paso interpretativo; descubre que Jesús es más que un simple hombre, es un profeta. Su proceso espiritual de descubrimiento de Cristo va avanzando.

o       En este camino de la fe hay un tercer momento. Se encuentran Jesús y el ciego, y Jesús le dice: “¿Crees tú en el Hijo del hombre? Él le dijo: Señor, dime quién es para que yo crea en él” Esta manifestación de total disponibilidad y apertura a la trascendencia muestra que el terreno ya está listo para acoger la semilla de la revelación.

o       Así llegamos al clímax de este viaje interior que le ha permitido madurar en la fe. Ante la revelación que le hace Jesús, el hombre se puso de rodillas y exclamó: creo, Señor.

 

ü      Es hora de concluir nuestra meditación dominical:

 

o       Hemos podido contrastar el fanatismo apasionado de los fariseos y la apertura del ciego de nacimiento a la acción de Dios en su vida.

o       Pidámosle al buen Dios que nos abramos a su acción en nosotros y que  lo reconozcamos como nuestro Señor y Salvador.