Domingo V de Cuaresma, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

ü      Lecturas:

o       Ezequiel 37, 12-14

o       Romanos 8, 8-11

o       Juan 11, 1-45

 

ü    La muerte es el misterio más hondo de la existencia. Aunque es nuestra compañera inseparable de camino, preferimos ignorarla. Todos nuestros proyectos pueden ser destruidos en un segundo por una bala perdida o por el conductor irresponsable que no respetó un semáforo en rojo o por el atracador que, no contento con despojarnos de la billetera o del carro, nos dispara a matar.

 

ü      En medio de esta anti-cultura de la muerte, el relato de la resurrección de Lázaro nos descubre verdades muy hondas y nos presenta, bajo una luz muy particular, el binomio vida - muerte que tanto nos preocupa.

 

ü      Este relato del evangelio de hoy parece el guión de un dramatizado para la TV: sus personajes están muy bien caracterizados, expresan sentimientos intensos, hay suspenso...

 

ü      Quisiera concentrar la reflexión dominical en dos aspectos, que tienen particular significación para nosotros:

 

o       En primer lugar, procuraremos desentrañar el mensaje de fondo que nos transmite Jesús al resucitar a Lázaro.

o       En segundo lugar,  nos detendremos a analizar la dimensión humana de Jesús que  aparece con tanta claridad en este episodio.

 

ü     Empecemos por el primer aspecto, que es la comprensión del mensaje de fondo que nos comunica Jesús a través de este signo:

o       Frente al pesimismo de ciertas escuelas de pensamiento de inspiración materialista que afirman que la aventura humana termina con la muerte, Jesús proclama con firmeza: “Yo soy la resurrección y la vida, el que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá; y todo  el que está vivo y tiene fe en mí, no morirá”

o       Estas palabras de Jesús, respaldadas por el testimonio de su propia resurrección, deben cambiar nuestra lectura de la muerte. La separación de nuestros seres queridos, que tanto dolor nos produce, no implica un adiós definitivo, sino un hasta luego...

o       Los fieles cristianos no seguimos a un Dios de muerte sino a un Dios que, a través de su Hijo Jesús, ha venido a traernos vida en abundancia. Por lo tanto, todas nuestras acciones deben estar impregnadas de la alegría de vivir.

o       Hay personas que desde que se levantan están haciendo mala cara; todo les parece negativo; todo es motivo de crítica. Y terminan la jornada llenas de amargura.

o       Estas personas no solo arrastran una existencia infeliz, sino que también arruinan la vida de quienes las rodean. Si los creyentes leyéramos detenidamente los evangelios y meditáramos la vida de Jesús, deberíamos ser alegres como unas castañuelas, deberíamos disfrutar sin temor de tantas cosas bellas que nos ofrece la vida.

o       Igualmente, el evangelio de la vida debería motivarnos en esa lucha para erradicar aquellos factores que causan tristeza y dolor a tantos hermanos nuestros. El evangelio de la vida nos compromete a promover la justicia y la equidad.

 

ü     Después de haber analizado este mensaje de vida  que nos proclama Jesús al resucitar a su amigo Lázaro, los invito a dar un paso adelante para adentrarnos  en esa riqueza humana de Jesús, que se manifiesta espléndidamente en esta página del evangelio de San Juan.

 

ü     Jesús vive una profunda amistad con una familia de Betania, constituida por los tres hermanos Marta, María y Lázaro:

o       Jesús compartió con ellos sus alegrías y sus preocupaciones. Les comentaba cómo iban reaccionando las diversas comunidades ante su predicación: unas lo acogían, otras lo rechazaban. Con preocupación les manifestó  cómo iba aumentando la agresividad de los fariseos y los sacerdotes del Templo.

o       La amistad es uno de los valores más sublimes de la vida. Las tristezas compartidas con los amigos se hacen más llevaderas; las alegrías participadas con las personas que queremos son más intensas. Conocemos a mucha gente, pero sólo podemos llamar amigos a unos pocos.

o       El verdadero amigo es aquel que permanece incondicionalmente junto a mí, en las buenas y en las malas. Frente al amigo no necesito actuar; puedo mostrarme tal cual soy, sin disimular mis debilidades. El verdadero amigo es aquel que se siente libre para decirme que me  he actuado mal.

o       Existe un equivocado concepto de lealtad. Con frecuencia se alaba el comportamiento del amigo que se presta para encubrir una mala acción. No podemos afirmar que es lealtad el encubrimiento de un delito y la protección de la deshonestidad. No identifiquemos al amigo leal con el cómplice que me protege las espaldas. Sería muy importante que los niños y jóvenes entendieran esto con claridad porque en los colegios y universidades  hay mucho encubrimiento en nombre de la amistad y de la fidelidad.

 

ü      Otro rasgo profundamente humano de Jesús es el dolor que sintió ante la muerte de su amigo. El texto nos cuenta que Jesús lloró en dos momentos: cuando se encontró  con María y cuando se acercó a la tumba. Fue tan notoria la expresión de tristeza que los presentes comentaron: ¡Miren cómo lo quería!

 

ü     Teniendo como telón de fondo esta manifestación de los sentimientos profundamente humanos de Jesús, quiero invitarlos a tomar conciencia de una grave carencia, entre otras muchas, de nuestra sociedad machista. La sociedad machista ridiculiza la expresión de los afectos. Al varoncito continuamente se le repite: “los niños no lloran”, estigmatizando toda posibilidad de expresión espontánea de ternura, de compasión, de emoción estética, de temor. Este varoncito, castrado de sus afectos, incapaz de llorar y de manifestar lo que siente, cuando sea adulto acudirá al alcohol como válvula de escape y fácilmente se convertirá en agente de violencia intra familiar.

 

ü      Es hora de terminar nuestra meditación dominical:

o       Que este relato de la resurrección de Lázaro cambie la visión negativa de la muerte y refuerce la convicción de que hemos nacido para la vida y para la felicidad.

o       Que nos acerquemos con confianza a Jesús, que es la resurrección y la vida.

o       Que al ver la profunda amistad entre Jesús y  elj grupo familiar de Betania, nos motivemos  para seleccionar verdaderos amigos.

o       Que las lágrimas que Jesús derramó con motivo de la muerte de su amigo Lázaro sean ocasión  para revisar los prejuicios de una educación machista que amordaza la afectividad y nos impide compartir las emociones que llevamos por dentro.