Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Mateo 16, 13-19: Las llaves del Reino

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Las llaves se utilizan para abrir un candado o la cerradura de una puerta. Sería inútil colocar una puerta en un sitio al que todos tienen acceso libre, como por ejemplo, en un parque público o en la playa. Yo he visto negocios que dicen: “Abierto las 24 horas del día, todo el año” y noto que existen puertas en el establecimiento, aunque no debería tener, pues está siempre abierto.

La puerta tiene una función de proteger, defender, resguardar. Evita que se metan ladrones o gente no deseada. Esto lo vemos en los bancos, en las casas o en cualquier negocio. La puerta también sirve para controlar el acceso, no sólo prohíbe, sino que selecciona y restringe. Para entrar al estadio de fútbol, al cine, al teatro o al metro te piden una boleta y luego pasas feliz. Finalmente una puerta se utiliza para retener, evitar que alguien se escape. Esas son las puertas de la cárcel o las de una jaula de algún animal peligroso.

Pues bien, en el cielo existe una puerta de entrada y el mismo Jesús se lo revela a san Pedro: “Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.  Por algo a san Pedro se le representa siempre con unas llaves en la mano. En el escudo del Sumo Pontífice también están simbolizadas las llaves del Reino. Si Cristo le entrega unas llaves a Pedro, está claro que existe una puerta. Es obvio que no trata de una puerta física, pero sí es real el concepto que la puerta representa. ¿De cuál de los tres tipos de puerta se trata? Es una puerta restrictiva, porque del cielo nadie se quiere ir y al cielo no hay acceso libre.

Si nos fijamos ahora en las llaves en sí mismas, notamos que tienen una greca que debe calzar perfectamente con la cerradura para poder abrir. Al cielo no se entra con ganzúas o con cualquier llave, que vendrían a ser las buenas intenciones, las excusas, los pretextos, los quisieras, las justificaciones: “yo no tuve la culpa”,  “me obligaron”, “se me olvidó”, “no sabía que era tan importante”, “estaba en el baño”. Se entra al cielo con una llave específica: la caridad, la vida de gracia, el ejercicio de las virtudes cristianas, las obras de misericordia.

Algunos dicen que en el cielo, además de la puerta, existe una ventana. Es una ventana circular y tiene forma de un rosario. Esto lo cuenta la piedad popular, pero como  amar a María es amar a Jesús, concedo que al cielo se entra por la puerta o por la ventana.