Reflexiones Bíblicas
San Mateo 9,14-15Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J
Evangelio:
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan
a Jesús, preguntándole: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y,
en cambio, tus discípulos no ayunan?" Jesús les dijo: "¿Es que pueden guardar
luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día
en que se lleven al novio, y entonces ayunarán."
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«¿Es ese el ayuno que yo quiero?... ¿No será
partir tu pan con el hambriento?» (Is 58, 6-7)
El que practica el ayuno debe comprender qué es el ayuno: debe acoger con agrado
al hombre que tiene hambre si quiere que Dios le acoja con su propia hambre;
debe ser misericordioso si espera recibir misericordia... Lo que hemos perdido a
través del desprecio, lo hemos de conquistar a través del ayuno; inmolemos
nuestras vidas con el ayuno, puesto que no hay nada más importante que podamos
ofrecer a Dios, tal como da pruebas de ello el profeta cuando dice: «El
sacrificio que Dios quiere es un corazón quebrantado; el corazón quebrantado y
humillado, Dios no lo desprecia» (Sl 50,19). Ofrece, pues, a Dios tu vida,
ofrece la oblación del ayuno para que le llegue a Él una ofrenda pura, un
sacrificio santo, una víctima viva que interceda en favor tuyo...
Mas, para que estos dones sean agradables es preciso que vayan seguidos por la
misericordia. El ayuno no da ningún fruto si no es regado por la misericordia;
el ayuno se convierte en menos árido acompañado de la misericordia; lo que es la
lluvia para la tierra, lo es la misericordia para el ayuno. El que ayuna puede
muy bien cultivar su corazón, purificar su carne, arrancar vicios, sembrar
virtudes: si no derrama sobre ellos la misericordia, no recoge ningún fruto.
Tú que ayunas, tu campo ayuna también si le privas de la misericordia; tú que
ayunas, lo que esparces a través de la misericordia, crecerá de nuevo en tu
granero. Para no despilfarrar por tu avaricia, recoge por tu generosidad. Cuanto
das al pobre, te lo das a ti mismo; porque lo que tú no cedes a otro, tampoco tú
lo tendrás.
San Pedro Crisólogo (hacia 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia