Reflexiones Bíblicas

San Lucas 5,17-26

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

 

Evangelio:  

San Lucas 5,17-26:

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.

Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados."

Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.

Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables."

COMENTARIOS

En el pensamiento religioso tradicional, el ser humano tiene una parte espiritual, elevada y digna de estima, y otra material de bajos instintos que hay que manejar y controlar. El signo que realiza Jesús con el paralítico nos quiere mostrar que para Dios no hay diferencia ni contradicción entre lo material y lo espiritual, pues en el proyecto de Dios todo el ser humano importa en cuanto a su liberación integral. El paralítico es dignificado por Jesús a pesar de los prejuicios de quienes observan su práctica; el perdonar primero su conciencia postrada es un signo elocuente de Jesús frente a los prejuicios de los que esperan su acción para juzgarlo y condenarlo porque se sale de las "normas establecidas" y no respeta los límites de lo que no se puede mover. Jesús actúa libremente ante quienes le observan, y libera la conciencia no sólo del paralítico, sino también de quienes vemos en su acción un compromiso de Dios por otorgar a esta persona una vida digna.