Reflexiones Bíblicas

XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

Jeremías 20,10-13

Dijo Jeremías: "Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "a ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará.

Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos."

Salmo responsorial: 68

R/Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Por ti he aguantado afrentas, / la vergüenza cubrió mi rostro. / Soy un extraño para mis hermanos, / un extranjero para los hijos de mi madre; / porque me devora el celo de tu templo, / y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R.

Pero mi oración se dirige a ti, / Dios mío, el día de tu favor; / que me escuche tu gran bondad, / que tu fidelidad me ayude. / Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; / por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.

Miradlo, los humildes, y alegraos, / buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón. / Que el Señor escucha a sus pobres, / no desprecia a sus cautivos. / Alábenlo el cielo y la tierra, / las aguas y cuanto bulle en ellas. R.

Romanos 5,12-15

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Pero, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.

Mateo 10,26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo."

COMENTARIOS

JEREMÍAS. El fragmento que hoy se proclama es conocido como quinta confesión. Su nombre se debe a que, en diversas ocasiones, el profeta exterioriza, desilusionado, su estado de ánimo ante el frustrante resultado de su misión.

La frustración le viene no sólo porque no se haga caso de las denuncias tan graves que hace, sino que, precisamente por ellas, es perseguido, corriendo incluso en ocasiones grave peligro de muerte. Sintió miedo y ganas de dejarlo todo.

Sin embargo, como profeta verdadero que era, no renuncia a su misión, aunque le resultara duro su ejercicio. Si la voz amenazadora de fuera le llevaba a temer y a esconderse, la que sentía en su interior era más poderosa y terminaba empujándolo a seguir adelante.

Su constancia está asentada en una honda experiencia de Dios. Jeremías siente cómo el Señor se compromete totalmente con la historia de su pueblo. Y siente también que, en su denuncia, Dios está con él. No es terquedad, es confianza, seguridad, honestidad de conciencia.

Jeremías teme, pero sigue adelante. En el evangelio de hoy Jesús enseña a sus discípulos a no temer, aunque sabe que temerán. Pero en las dificultades, lejos de dejarse vencer es necesario mantenerse firme, cuando el viento que sostiene al profeta viene de Dios.

EVANGELIO. El evangelio nos ha conservado algunos dichos o refranes con los que Jesús exhortaba a la comunidad de discípulos a no dejarse intimidar por las adversidades. Los discípulos, con frecuencia, veían la amenaza evidente que representaban los grupos armados, pero eran incapaces de descubrir el peligro encubierto en muchas personas e instituciones que alienaban y sometían ideológicamente a las personas.

Tanto la violencia, el afán de venganza, el imperialismo como el ritualismo, el legalismo y la alienación, son armas ideológicas ocultas que conducen imperceptiblemente a la pequeña comunidad hacia la muerte. Si una comunidad no va a fondo en su conocimiento de la palabra de Jesús, si no es radical en su opción por la vida, es muy probable que termine creyendo que la paz es la ausencia de guerra y que la justicia es un asunto individual, negando así la gracia y la justicia como bien mayor.

Cuanto inculca Jesús aquí a sus íntimos, y, en ellos, a cada uno de nosotros, necesita de una adecuada mística; sin ella resultará imposible soportar el peso, en ocasiones muy duro, humanamente hablando, de la tarea confiada.

El discurso como tal va dirigido a los Doce, constituidos en apóstoles, aunque también integra a los demás discípulos. Conviene resaltar, como se merece, que el término "discípulo" se repite machaconamente a lo largo de las variadas enseñanzas de Jesús en este discurso.