Reflexiones Bíblicas

XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Isaías 55,6-9

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.

Salmo responsorial: 144

R/Cerca está el Señor de los que lo invocan.

Día tras día, te bendeciré / y alabaré tu nombre por siempre jamás. / Grande es el Señor, merece toda alabanza, / es incalculable su grandeza. R.

El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, / es bondadoso en todas sus acciones; / cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente. R.

Filipenses 1,20c-24.27a

Hermanos: Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.

Mateo 20,1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."

COMENTARIOS

ISAÍAS. Convertíos. A esto nos invita el profeta en esta lectura. No a una conversión teórica, a un ejercicio de prácticas religiosas. Convertirse al Señor es abrirse, desbordar los límites que nos impone el pecado, reduciéndonos a lo caduco que hay en nosotros. Convertirse es confiar en los planes de Dios, que sobrepasan inconmensurablemente los del hombre; es confiarse a su cuidado, dejar que sea Él quien tome la iniciativa de nuestra vida, quien marque la ruta. Y esta confianza dará su fruto.

EVANGELIO. Dios llama a todos a colaborar en su viña, en el ennoblecimiento de su creación, en el logro de la propia vida y de la de los demás. Pero le corresponde a Él, únicamente a Él, recompensar los esfuerzos humanos de acuerdo con los criterios, que dimanan de su santa voluntad. Todos sin excepción somos objeto de la bondad divina y estamos invitados a aceptar su manera de proceder, con la alegría de quien sabe que lo que tiene constituye una gracia de lo alto y que Dios nos obsequia siempre mucho más de lo que podemos esperar.

Quien no se sensibiliza con la gratuidad en su propia vida y en la de los demás, está incapacitado para sintonizar con el comportamiento del Señor, que no deja de sorprendernos, siempre para bien.

Jesús nos enseña aquí algo que los creyentes de hoy necesitamos escuchar con gran atención, y, luego, llevarlo a la práctica en la forma debida. El Padre de Jesucristo derrocha amor sin medida en sus encuentros con las personas. Estamos invitados a alegrarnos, porque tenemos un Dios bueno, que se comporta de forma muy diversa a como nos gustaría a nosotros, que con frecuencia no sintonizamos con la bondad divina, porque somos malos. No lograremos comprender la auténtica intención de Jesús, si entendemos esta parábola como un código para regular las relaciones laborales. Para quien ama y ajusta su comportamiento al del Padre, manifestado por el Hijo Jesús, todo es gracia. He aquí nuestra gozosa esperanza: el baremo de Dios no coincide, para nuestro bien, con el de los hombres.