Reflexiones Bíblicas

San Mateo 23,1-12

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J   

 

Evangelio

San Mateo 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

COMENTARIOS

Una forma de dar un auténtico testimonio del evangelio es promover por todos los medios la experiencia de la igualdad vivida en el ámbito de la fraternidad. Poniendo como criterio máximo para todos, la igual dignidad de cada uno, ni los títulos, ni la posición social pueden ser criterios de medida para establecer quién es más o quién es menos.

Ahora, si ello es tan "necesario", entonces el criterio tiene que ser el servicio. Quien mayor capacidad tiene de servir y de entregarse a los demás, ese será el más grande, el más importante; luego, su "ascenso" en la "jerarquía" de su comunidad, no se logra desdeñando o minusvalorando a los demás, como es común en nuestra "organización" social, sino todo lo contrario, poniendo por encima a los otros, comenzando por los más débiles y desvalidos de la comunidad y hacerlos sujetos de nuestro amor traducido en servicio.

Una de las características de la espiritualidad cristiana es la del «primado de la praxis», es decir, que la praxis, la práctica tiene prioridad sobre la teoría, sobre la contemplación, sobre la palabra... Hacer, no tanto decir. Servir, simplemente decir o sentir que se ama. Por eso, la revelación de Dios no es sólo palabras o verdades, sino, como nos recuerda el Concilio Vaticano II, «hechos y palabras». Y Jesús «pasó ‘haciendo’ el bien».