Reflexiones Bíblicas
San Juan 16,12-15

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."

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El mensaje de Jesús tiene consecuencias que los discípulos aun no sacan y horizontes que no pueden vislumbrar. Todavía no saben cómo va a morir Jesús ni comprenden el sentido último de su muerte; tampoco perciben los efectos que ésta tendrá en todo el orden anterior.

Hay mucho terreno inexplorado en la verdad de Jesús, y sólo irá siendo conocido a medida que la vida coloque a la comunidad ante nuevos hechos o circunstancias. El Espíritu será el guía. No transmitirá una doctrina suya propia: Él será la voz de Jesús, y en la verdad de Jesús les irá descubriendo a los discípulos virtualidades antes inadvertidas.

Al mismo tiempo, interpretará los acontecimieentos de la historia (lo que vaya viniendo) como dialéctica entre "el mundo" y el proyecto de Dios. Así irá guiando a los discípulos en su actividad en favor del hombre. Para acertar en lo que conviene, los discípulos han de estar atentos, por una parte, a lo que va ocurriendo en la sociedad y, por otra, a la voz del Espíritu que lo interpreta.

Para descubrir a los discípulos el significado de los acontecimientos históricos, el Espíritu manifestará la gloria de Jesús, es decir, pondrá en evidencia el amor que inspìró su vida y culminó en su muerte; porque sólo a través del amor se puede conocer el ser del hombre, interpretar sus acciones y poner las bases de la sociedad humana.

Jesús posee en común con el Padre, en primer lugar, la gloria-amor que le ha comunicado (1,14), la plenitud del Espíritu (1,32; cf. 17,10). No ha de concebirse como posesión estática, sino como relación dinámica de Jesús con el Padre, relación incesante y mutua, que hace de los dos uno (10,30) e identifica su actividad. Jesús realiza así las obras del Padre (5,17.36; 10,25), su designio creador (4,34; 5,30; 6,38-40). El criterio, por tanto, para interpretar los acontecimientos se concreta en su carácter favorable o desfavorable para la realización del ser humano, pues tal es el designio del Padre y la expresión de su amor.