Reflexiones Bíblicas

San Mateo 5,17-19

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos."


COMENTARIOS

El Deuteronomio, después de una larga exhortación a ‘cumplir’ la ley, termina con una recomendación sorprendente: "cuídate de olvidar los acontecimientos que han visto tus ojos". El fundamento de la ley de Israel no es el capricho de algún legislador, sino la conciencia que el pueblo tiene de que Dios actúa en su historia liberándolos de la opresión y conduciéndolos a una tierra de promisión. Esa misma lógica es la que aplica Jesús cuando nos enseña que él lleva a la plenitud la ley y los profetas, es decir, el nos recuerda que nosotros debemos tomar conciencia de cómo Dios actúa en nuestra historia. La acción de Dios no se mide por la cantidad de preceptos o reglas conservemos en nuestra memoria ni por el infalible cálculo de nuestras faltas. Las leyes, las disposiciones, las exhortaciones nos ayudan a tomar conciencia del paso de Dios por nuestra historia y a hacer de esa experiencia el capital de nuestra vida. El cumplimiento de la Ley y los Profetas, su plenitud, consiste en nuestra capacidad para acoger la voluntad de Dios y hacerla realidad en nuestra existencia personal y en la historia de nuestro pueblo.

Hoy como ayer, el pueblo de Dios se debate entre el legalismo y la falta de criterios claros de acción. Pero, la solución no está en ninguno de los dos extremos, pues lo que Jesús propone supera esta aparente contradicción y nos lleva a buscar siempre la ‘voluntad’ de Dios por el camino del discernimiento.