Reflexiones Bíblicas

San Mateo 14,22-36

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!" Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo: "Ven." Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame." En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?" En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios." 

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados. 

COMENTARIOS

El evangelio de Mateo fue escrito para una comunidad de israelitas que habían aceptado la fe en Jesús. Por esta razón, aparecen constantes alusiones al modo particular como el pueblo judío interpreta la Biblia, a los ritos litúrgicos y, en general, a toda la cultura de Palestina. El episodio que hoy leemos nos plantea un dilema singular: a Jesús no parece interesarle la suerte de los gentiles, es decir, de los que no pertenecen étnicamente al pueblo israelita. Esta conducta nos puede causar un poco de sorpresa y estupor porque estamos acostumbrados a ver cómo Él actúa sin reticencias a favor de los pobres, los enfermos y, en general, todos los pecadores. Sin embargo, conviene interpretar esta escena desde las claves misioneras y culturales que nos proporciona el evangelio.

La apertura a los gentiles, o sea a los creyentes de otras nacionalidades diferentes a la judía, fue gradual. El evangelio partió de Galilea y Jerusalén en diferentes direcciones y comenzó a crecer el numero de creyente, pero esto no se realizó sin cierta resistencia de las comunidades de origen que veían cómo cada día había más extranjeros que israelitas en las asambleas cristianas. Mateo nos dice que si bien la prioridad inicial de la misión fueron las ovejas perdidas de Israel, es decir, todos los excluidos por el aparato religioso, étnico y social, los creyentes de otras naciones fueron reconocidos como auténticos seguidores de Jesús. Ya durante la vida de Jesús, la aceptación y admiración de la fe de los paganos llevo a los seguidores de Jesús a cambiar rápidamente de mentalidad y a convertirse a un cristianismo más ecuménico y pluricultural.