Mateo 13, 47-53

La red recoge toda clase de peces

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

 

En la comparación, que Jesús hace hoy, se describe la condición del letrado cristiano. A diferencia
de los demás letrados se exige de él una conversión al seguimiento de Jesús para poder entrar en
su discipulado. Esta elección lo lleva a compartir la enseñanza recibida con otros y a transmitir a otros
lo que se ha recibido a semejanza de un "dueño de casa".


El letrado que, hasta el encuentro con Jesús, ha sido especialista de la Ley, descubre, encontrando
a Jesús, que debe renovar todos sus criterios y concepciones anteriores. En Jesús debe saber 
descubrir toda su novedad y desde esta novedad puede dar con el verdadero sentido, el del
cumplimiento, a lo viejo.


La invitación, por parte de Dios, a formar parte del Reino, es para tod@s. En la red entran libremente
todos los peces que quieran. Igualmente, en principio, todos los hombres y mujeres están en capacidad
de aceptar la propuesta de Jesús; pero cada uno entra o se excluye libremente.


Si no hay una verdadera intención de cambiar, de nada nos sirve decir que aceptamos las 
enseñanzas de Jesús. Much@s han aceptado la propuesta de Jesús. El hecho de vivir una fe común 
y tener que caminar con los demás, nos ayuda a volvernos más tolerantes, a tener más paciencia para
no echar a perder a aquellos que llevan nuestro propio ritmo. "Tener una misma fe no significa que 
debamos tener un mismo estilo de vida". En la red quedan atrapados toda clase de peces, cada uno
con sus diferencias individuales y, aunque estaban en la misma red, se hizo necesaria una última 
selección. La vida cristiana no es uniformidad sino unidad en la diversidad.


También presenta Jesús la comparación del escriba, que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos.
Y nos dice que es como el dueño de la casa, que sabe aprovechar lo nuevo y lo viejo. Tenemos la
tentación de rechazar lo viejo, porque es viejo, y de aceptar lo novedoso. La sabiduría está 
precisamente en saber aprovechar todo aquello que nos ayude a nuestro crecimiento interior, sea que lo
encontremos en lo antiguo o en lo nuevo. Lo que debemos evitar son todos los absolutismos, que nos
hacen demasiado daño y nos vuelven intolerantes.