Mateo 13, 54-58

En Nazaret desconfían de Jesús

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

 

 

El capítulo 12 de Mateo nos explica que la nueva familia de Jesús estaba compuesta por quienes 
escuchaban su Palabra y la llevaban a su vida. Sus paisanos no lo entendieron, porque no creían
en su sabiduría y les escandalizaba su manera de actuar. Por eso Jesús no hace allí "grandes 
milagros". Veamos su desarrollo:


Para Mateo, la visita de Jesús a Nazaret, su pueblo, señala una línea divisoria entre dos vertientes:
- Mirando hacia adelante, la muerte de Juan Bautista anticipa el doloroso trance, que le espera
en Jerusalén, al incomprendido profeta de Nazaret.
- Mirando hacia atrás, cierra esta visita el proceso de ida y vuelta del anuncio del Evangelio por 
los pueblos de Galilea. De aquí en adelante, Jesús lo dejará del todo para emprender el camino
de la cruz.
- Es verdad que volverá después de la resurrección para manifestar su gloria únicamente a los
discípulos.


Nos resulta más fácil, con estos antecedentes, hacer nuestra reflexión sobre el evangelio de hoy. 
ASI: Sus paisanos de Nazaret rechazan a Jesús:


1° Por su orgullo. La gente común y mediocre se deja fácilmente deslumbrar por los extraños, 
pero se niega ferozmente a que destaque uno de su grupo. Hasta se atreven a recordar a Jesús
en voz alta su origen: "¿No es éste el hijo de José, el carpintero?"


2° Por su egoísmo. NO aceptan que los beneficios de Dios lleguen a los demás. Se creen los
únicos dueños. Jesús les recuerda que los profetas de la Biblia no limitaron sus beneficios a sus 
paisanos.


3° Demos un paso más. Vemos así cómo la sinagoga, dominada por los fariseos, se cierra a la
acción de Dios, que les viene a través de Jesús.


4° Ante este rechazo, Jesús rompe con ellos y nos lleva a nosotros a esta reflexión: "Sólo 
quienes son capaces de creer, quienes están siempre en actitud de búsqueda, serán acogidos." 
Reconocer a Jesús sólo puede realizarse desde una profunda comunión de fe, que nos abre a
descubrir en El al Mensajero de Dios y a su Palabra.


Ojalá que sepamos descubrir la presencia de Cristo en lo ordinario de nuestra vida, en las personas 
que tratamos día a día y, especialmente, en nuestra comunidad cristiana.