Mateo 14, 13-21

"Dadles vosotros de comer"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Jesús estaba lejos cuando sucedió la muerte del Bautista. Los discípulos entierran el cadáver
decapitado y van a contárselo a Jesús, que se retira con ellos a un lugar solitario para llorar la
muerte de Juan, del que el mismo Jesús había dicho que era el mayor nacido de mujer. Resulta
conmovedor ver llorar a Jesús por la muerte de su amigo, primo y Precursor. En ese gesto vemos
cómo Jesús "fue en todo como nosotros menos en el pecado". 


El evangelio de hoy nos muestra un gesto profético admirable de Jesús transformando una situación
de escasez y precariedad en otra muy propicia para la generosidad y solidaridad. Jesus podía
haber dicho a la multitud que volvieran otro día. Pero no lo hace, porque siente compasión de ellos.
Por eso, cura a los enfermos y les enseña sin prisas, largamente, el mensaje del Reino.


Esta es nuestra reflexión: Venimos de compras, del comercio, de los mercados, de los "grandes
almacenes" (verdaderas catedrales del neoliberalismo capitalista), del juego sucio del dinero. Los 
discípulos siguen con su mentalidad mercantilista, creyendo que sólo con dinero se solucionan los
problemas. Jesús les muestra con obras que la solidaridad entre los pobres es el único signo válido
del Reino de Dios. Así les saca de esa mentalidad mezquina y egoísta.


También nos quiere sacar a nosotros y nos reúne como comunidad en torno a una mesa, en
la que nada se compra ni se vende. Aquí se comparte todo, también los dones, bendiciendo a Dios.
Cada persona es un hermano y el que más necesita es más hermano. Es la utopía hacia la que
avanza la humanidad. Esta utoía no la van a poder alcanzar planes económicos, revoluciones y otros
cambios... si de por medio no reina EL AMOR. El futuro es obra del amor, que nos impulsa 
a compartir los frutos del trabajo, talento, oportunidades, voluntad, cualidades y capacidad de cada 
uno en favor de todos, de la comunidad.


La mesa está abierta y servida. Todos estamos invitados y a todos se nos ofrece el mismo alimento 
y la cantidad que cada uno necesite. Jesús entregado, nosotros también entregados. El es nuestro
alimento/entrega. El pan compartido es pan de Dios y en él está la vida, en él se hace presente Jesús,
que, una y otra vez se nos da como alimento. 


SOLO EN EL AMOR ENCONTRAMOS EL PAN, QUE LLEGA A TODOS.