Mateo 18, 21-35 

“Perdonar siempre para ser perdonado”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Me parece muy esclarecedor el Comentario del “Diario Bíblico 2004”. Dice así:

“El perdón aparece en el Evangelio como la expresión sublime del amor; el perdón juega un lugar tan importante y central que podemos considerarlo uno de los aspectos centrales de la vida misma de Jesús. El perdón es el camino más profundo, que nos lleva hasta el corazón del hombre, nos compenetra en su vida, porque el perdón devuelve la vida.

El perdón nos exige amar activamente, aceptar con corazón sincero nuestras propias limitaciones y las limitaciones de nuestros hermanos. El perdón nos obliga a ir al encuentro de quien comete la ofenza. No podemos desconocer la necesidad y urgencia de encontrar en el otro un hermano y, para eso, se nos vuelve impostergable el perdón: perdonar y ser perdonados. El odio quiebra nuestra relación con el otro, tanto como no pedir perdón y no otorgarlo.

Precisamente, porque miro el bien del otro, quiero reparar el mal que hice. No puede haber perdón y, por tanto, reconciliación sin arrepentimiento. Porque miro el bien del otro, acepto su arrepentimiento y regalo mi perdón y así llega la reconciliación.

Aquí nos encontramos con la reconciliación, un diálogo de amor entre perdonados y perdonadores, no movidos por un trágico sentimiento de superioridad, sino por el compromiso dialogante del amor. El perdón conduce a la amistad y al amor.

Con la parábola del evangelio Jesús nos muestra la magnitud del perdón de Dios, para que no pongamos límites a nuestra capacidad de perdonar.”

A tener en cuenta: El amor radical por el prójimo y el perdón incansable no nos pueden poner de parte del opresor o del injusto. Porque el amor generoso es, ante todo, exigencia de justicia, de equilibrio y de equidad.