Mateo 5, 17-19 

“No he venido a abolir la Ley sino a darle plenitud”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Después de una larga exhortación a “cumplir la ley”, termina el Deuteronomio con una recomendación sorprendente: “Cuídate de olvidar los acontecimientos que han visto tus ojos”. El fundamento de la ley de Israel no es el capricho de algún legislador sino la conciencia, que el pueblo tiene, de que Dios actúa en su historia “liberándolos de la opresión y conduciéndolos a la tierra de promisión”. Desde esta perspectiva podemos puntualizar:

1° El reconocer Jesús el trabajo valioso de generaciones anteriores no parte de cero. El Pentateuco, verdadera Ley para el pueblo judío, contiene los grandes sueños de la Humanidad: El Paraíso como proyecto, la posesión de una tierra que mana leche y miel, la distribución justa de la tierra, etc. Todos, en verdad, proyectos esencialmente humanos en los que se nota, se siente la presencia de Dios.

2° Hoy se nos presenta Jesús en el Evangelio como el apoyo más claro de Dios a estas utopías humanas –también divinas-, ya que fue El quien las sembró en el corazón de los hombres. Hubo un tiempo en que el pueblo de Israel deseó construir –vivir- en una nueva sociedad sin egoísmo, en fraternidad e igualdad. No lo consiguieron por sus infidelidades, pero se vislumbró como posible y quedó la esperanza fuerte de que un día podría realizarse.

3° Jesús nos lo confirma hoy con palabras y hechos: condena las estructuras sociales de su tiempo, que tiene como valores supremos: el individualismo y la ambicion, que matan toda utopía. La ley está escrita, los profetas señalaron el camino y el ser humano sigue soñando con un mundo más justo con sus avances y retrocesos, pero siempre mirando hacia delante, en positivo.

4° A tener en cuenta que Jesús no propone la fidelidad de los judíos observantes, que la hacían consistir en el cumplimiento milimétrico de los 613 mandamientos, que regulaban la conducta de los religiosos ortodoxos, ni tampoco decir que todo estaba anulado. Importante crear espacios de libertad y convertirlos en espacios de encuentro y de felicidad en relación con Dios y con los hermanos.

5° Pese a todas las dificultades, que vamos encontrando, estamos seguros de esto: No estamos solos. Jesús quiere acompañarnos. Creemos que con El, con su presencia permanente y su ayuda constante, comienza a ser posible el sueño primero del Antiguo Testamento: la construcción de una sociedad igualitaria, solidaria y fraterna. Nos propone una justicia mayor: salir hacia el hermano y encontrar espacios de amor, solidaridad, gratuidad. Sólo así se cumplirán la Ley y los Profetas.

Desde la coherencia de la actuación de Jesús en la proyección del Reinado de Dios somos invitados a una profunda revisión de vida, para hacerla más coherente con nuestra fe. No abolir, no adoptar una actitud negativa, no restar, no dividir, sino añadir, complementar, sumar, llevar a la perfección-plenitud un criterio y una actitud de Jesús, que debemos reproducir en nuestra vida de cada día.