Lucas 11, 14-23 

“El que no está conmigo, está contra mí”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

1° Algunos judíos, testigos de la curación del mudo, no tienen más remedio que admitir el poder de Jesús. Pero su interpretación es perversa, cuando afirman que a Jesús le viene el poder de Beelzebul. Importante recordar que Beelzebul era el Dios de los cananeos -expulsados por los judíos en la conquista de la Tierra Prometida-. Baal significa Príncipe y lo identificaban con desdén y despectivamente con el Príncipe de los Demonios.

Es éste el pecado contra el Espíritu Santo, y consiste en llamar bien al mal y mal al bien. Así reducen la curación del mudo, realizada por Jesús, a un acto de magia diabólica, y adjudican al diablo la acción misma de Jesús. Cuanto más bajo caemos, más dispuestos estamos siempre a atribuir el mal a los demás.

2° Jesús pasó toda su vida haciendo el bien a todos: curaba a los enfermos y liberaba al ser humano de los demonios, que le oprimían. Por eso, esta expulsión del demonio mudo es signo de la presencia del Reinado de Dios: donde Dios comienza a reinar, desaparece toda opresión y no queda sitio para el demonio, para el mal... Dice Jesús que la llegada de su Reino lleva consigo la liberación del ser humano. Sin embargo, ante la evidencia de que Jesús sólo hace el bien, sus enemigos (los jerarcas de entonces) desacreditan su solidaridad calumniándole y atribuyendo al mismo diablo las obras de Dios.

3° El criterio de Jesús es importante: si se expulsa a los demonios (cualquier forma de mal que representen) significa que el Reinado de Dios está cerca, está llegando. Ahí, donde se hace el bien, ahí se está ganando un espacio para el Reino, ahí se está construyendo el Reino de Dios. Parece sencillo, ¿no? Por eso se dijo de El, luchador por el Reino como era, que pasó por el mundo haciendo el bien. Jesús insiste en que nadie puede permanecer neutral en este gran combate de cada día.

4° Cuando en nuestras familias y comunidades se da la solidaridad, rescatando de la miseria a los pobres, Dios se hace presente entre nosotros. Y, cuando vengan las calumnias, intolerancias, envidias, egoísmos, miedos, pasividad, etc..., ¡MUCHO CUIDADO!, porque el Maligno puede haberse infiltrado entre nosotros y seca la semilla del amor, que Dios ha plantado en nuestras vidas. Para el Reino de Dios la vida es siempre más fuerte que la muerte, la paz que la violencia, la libertad que la opresión. Si nos decimos seguidores de Jesús, estamos llamados a expulsar a todo lo que se oponga al Reino de Dios, que es Reino de justicia y de vida, de paz y libertad.

Jesús no nos está diciendo que quien no esté en su pequeño grupo de discípulos está contra El, sino que quien no luche contra el mal se está oponiendo al mismo Dios.

Aprovechemos la Cuaresma para ponernos en manos de Dios y comenzar cada día demostrando con nuestras obras, con nuestra vida, que estamos de parte de Jesús.