Marcos 12, 28b-34 

“Amarás a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Estamos acostumbrados a ver a los escribas y fariseos, como “los malos de la película”. Así en nuestro lenguaje la palabra fariseo equivale a un insulto, a persona falsa. Sin embargo, el Evangelio no estigmatiza a ninguno de estos grupos, sólo muestra la confrontación con Jesús y los discípulos. Ser fariseo, en la época de Jesús, era un honor y de ese partido políticoreligioso provenían algunos de sus discípulos.

Así podremos entender mejor la pregunta del Letrado, con la que se abre el evangelio de hoy, sobre cuál es el mandamiento primero de la Ley. No es fácil la respuesta. La Torá, la Ley judía, se componía de seiscientos trece (613) mandamientos, de los cuales doscientos cuarenta y ocho (248) eran positivos (mandatos) y trescientos sesenta y cinco (365) negativos (prohibiciones).

Momentos antes había afirmado Jesús, en la polémica con los saduceos, que el Dios de la Biblia “no es un Dios de muertos sino de vivos” (Mc 12, 27). Ahora, respondiendo al Letrado, le dice que son dos, no uno, los mandamientos principales: “Amor a Dios y amor al prójimo”, precedidos por esta afirmación: “El Señor, nuestro Dios, es el único Señor” (Mc 12, 29). Y de este principio se desprenden los dos amores (a Dios y al prójimo), inseparables siempre. Avancemos:

1° Amor a Dios: La fe bíblica nos hace descubrir a Dios como alguien a quien debemos amar “con toda la mente y con todo el ser”. De ahí el rechazo enérgico a toda forma de idolatría. San Juan de la Cruz, con bellísimas y concisas palabras, nos trae este mensaje universal: “Sólo Dios basta”. Se hace así testigo fiel de que Dios es el único Señor.

2° Amor al prójimo: No es un agregado. Su raíz está en el Dios único, que ama a toda persona. Amar a Dios significa que son importantes para nosotros los que son importantes para El. Guardar su palabra quiere decir “amar a los que El ama”. “Como a ti mismo” significa bíblicamente: “como a los de tu casa”, como a los tuyos. Amar al extraño como si fuera de tu familia, descubriendo que es hijo de Dios y hermano tuyo.

El Letrado ha entendido y descubre que sólo el amor da sentido al culto. El Señor aprueba esta visión. Y le invita a llevarla a su vida. HAGAMOS DE LA MISMA MANERA.