Lucas 18, 9-14 

“El publicano y el fariseo”

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

1° Parábola dirigida a los fariseos, que se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás. Los publicanos eran: cobradores de impuestos, no son jefes sino sólo pequeños subalternos. Y se ven despreciados 

- por colaborar con los romanos,

- por sus abusos en el cobro de impuestos.

2° El fariseo: -ora de pie: así era su costumbre;

-es sincero, al no sentirse ladrón, injusto, adúltero;

-cumplidor en exceso de la letra de la Ley:

-ayuna dos veces por semana, cuando lo mandado era una sola,

-paga diezmos y primicias de todo, cuando sólo estaba mandado pagar de lo principal,

-era un judío piadoso.

El publicano: -no se enorgullece de nada;

-reconoce su indigencia, su necesidad ante Dios.

3° En la parábola queda mal el piadoso (el fariseo) y bien el recaudador (el publicano) ante Dios.

-Dios condena la altanería de quienes, por sus buenas obras, se creen superiores y desprecian a los demás

como inferiores, pues la soberbia molesta a Dios y hace imposible la convivencia humana.

-Dios se fija en los que no se fija nadie y escucha a los que vienen a El con corazón limpio y abierto, libres de

orgullo y de vanagloria.

-Por eso, Dios oye la oración del pobre, oprimido, huérfano, viuda, como oyó la oración del publicano.

4° No hay nada que aleje más al ser humano de Dios que la seguridad de creer que se le compra con ritos, oraciones y plegarias, con “ghetos” de buenos y asociaciones de piadosos, que pretenden alejarse de los malos, cuando lo que hacen en realidad es alejarse de Dios, porque no aman. En la enseñanza de Jesús se justifica el que pide perdón y quien pide perdón es el pecador y Dios perdona siempre. En todo caso, la humildad es la base de la oración. Humildad, que no es complejo de inferioridad, sino “andar en la verdad”, como dijera Santa Teresa, la de Jesús.

5° Jesús quiere que su Iglesia asuma siempre una actitud humilde, sintiéndose pecadora y servidora. Que viva siempre como don y gracia el perdón y amor de Dios. Y nos pide a nosotros ser coherentes, como El, que proclama el Reino, ora, lee las Escrituras, da vida abundante a todos y opta por los pobres. Y no se deja sobornar por los sacrificios, que no se hacen para redimir al pobre.