Mateo 10, 28-33

"No tengáis miedo a los que matan el cuerpo"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La recomendación de Jesús no se dirige a que el discípulo busque el enfrentamiento con sus
perseguidores al proclamar el mensaje del Evangelio, sino a que no desfallezca al anunciarlo, aunque
suscite oposición y rechazo. Para dar base a esta proclama vivencial del Evangelio, avisa Jesús
de dos posibles pérdidas:
-encontrar la amenaza de la supresión de la vida física, que los perseguidores intentarán;
-la supresión de la vida personal, que tiene su origen en Dios y depende de El.


Para tomar una decisión sabia, tendremos que ver que la actitud de Dios es la de un Padre, que
ama todo lo creado.Y esta contemplación en el Padre de la vida debe suscitar en nosotros, sus
discípulos una confianza total. Su cercanía a la comunidad comprometida con su QUERER (hacer
Su Voluntad) nos asegura su providencia total hasta de las cosas mínimas, como son los cabellos.
Su alejamiento conduciría a la destrucción total de la vida humana.


Quien es capaz de seguir firme la voluntad, el querer de Dios, está en comunión con Dios y con 
Jesús, y sólo podrá ser coronado por el éxito, triunfo final. Al contrario, aquél que, frente a las 
amenazas reniega de Jesús, se dirige a un fracaso total.


Confianza ante dificultades y peligros, que nos hará superar toda tentación que nos lleve a renegar 
de Jesús.La comunión con El es el valor más importante de toda nuestra vida cristiana. 


Las resistencias al mensaje son como el elemento normal, dadas las condiciones de muerte que 
se multiplican en la vida humana. A pesar de ellas y en medio de ellas es necesario asumir una actitud
de coraje, que impida cualquier retroceso en la proclamación del Evangelio. Solamente en esa 
comunión indisoluble con Jesús, demostrada en la fidelidad a su mensaje frente a toda prueba, 
es posible realizar plenamente la propia vida. Y así Jesús se convierte en nuestra fortaleza suprema.