Lucas 17, 1-6 

"Si siete veces un día vuelve a decirte: '¡Lo siento!', le perdonarás"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

En su camino a Jersusalén sigue Jesús instruyendo a sus discípulos. Toca hoy tres temas:

- el escándalo de los pequeños (niños, pobres, viudas, enfermos, débiles, etc.);

- el perdón, que deben dar siempre al hermano, que les ha ofendido muchas veces, pero que,

finalmente, se arrepiente y pide perdón;

- la fe de los discípulos, de la comunidad.

Para que en los discípulos quede lo principal, el amor/perdón, nos trae ejemplos un tanto exagerados: poner al cuello de 
uno la piedra de molino y tirarlo al mar; perdonar siete veces al día a la misma persona; arrancar el sicómoro y plantarlo en el mar... Todo ello para probar nuestra fe.

Vamos, por pasos, analizando estos tres temas muy importantes:

1° Escandalizar: es decir, hacer caer, poner la zancadilla, corromper al hermano pequeño (el pobre, el sin poder, el niño, la viuda, el que tiene un defecto físico, etc.). Muy grave es para Cristo el pecado del escándalo a los pequeños. Bíblicamente, la palabra mar quiere decir abismo, y está habitado por monstruos marinos. Tirarlo al mar sería el destino de los que causan escándalo.

2° Ausencia del perdón: es decir, negar el perdón al hermano, que peca contra ti. El perdón, que Jesús nos exige, debe ser como el perdón, que El nos da: sin límites. En nuestra vida de cada día somos muy intolerantes con el hermano que nos ofende. Pareciera que nos vemos y nos creemos ya como iglesia de santos, donde no se necesita el perdón, porque tampoco hay ofensa.

3° "Auméntanos la fe": necesitamos una fe fuerte para seguir creyendo, amando, perdonando. Es la misma fe, que Dios tiene en nosotros. Por eso, El nos perdona siempre. Le pedimos hoy al Señor, como los Apóstoles: "Auméntanos la fe" que, en principio, es pequeña (como el grano de mostaza), pero con su ayuda/gracia se convierte después en árbol frondoso, lleno de esperanza y amor, de misericordia y perdón.

¿Qué sería de una Iglesia/Comunidad, que escandalizara a los pequeños, que no perdonara al hermano pecador por ser reincidente, y en la que fallase la fe de los discípulos? Por eso, Jesús receta una medicina tan radical: Pero también sabe conjugar radicalidad en su vida con ternura y compasión sin límites hacia los más débiles, pequeños, pecadores. Y ésta es 
la actitud, que exige a sus discípulos. La comunidad cristiana aparece así como una comunidad de pecadores, que experimenta 

la proximidad y la acogida de Dios en el perdón fraterno.

En nuestra reflexión de hoy nos pueden ayudar los versos de José María Valverde:

"Tendrá que haber un día en que nos juzguen / a todos y nos quememos en amor.

Tendrá al final que haber quien nos reúna / a todos en un fuego de amor."