Lucas 19, 11-28 

"Negociad mientras vuelvo"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Como judíos piadosos y observantes de la Ley, todos los años van los galileos a Jerusalén para celebrar la Pascua. 

Jesús va con ellos. Los galileos creen que Jesús va a ser proclamado rey y liberador de Israel. Es verdad que, al final 
de la Historia, reinará El, cuando vuelva de un país lejano, es decir, cuando muera. Se daba una expectativa popular de 
que el fin y, por tanto, la aparición del Reino de Dios, era inminente.

Para que entendamos mejor la parábola, recordemos que:
-En Lucas, 1 mina = 100 denarios; 10 minas = 1.000 denarios.
-En Mateo, 1 talento = 6.000 denarios; 5 talentos = 30.000 denarios.
Son más realistas las cifras de Lucas. Las 10 minas (1.000 denarios) correspondía al salario de tres años.

Muy diferente la parábola en Lucas a la de Mateo. Nos fijamos en Lucas, cuyo protagonista es un noble rico, que quiere 
ser rey. Nos dice que tiene 10 siervos de su confianza, a los que entrega 10 minas (1.000 denarios). Tiene también 
ciudadanos, que le odian y que le envían una embajada para anunciarle que no le admiten como rey.

El Evangelio es una llamada urgente al trabajo y esfuerzo de cada día hasta la venida -que no está tan próxima, como 
creían- del Señor. Se nos han entregado unas onzas de oro, unos bienes, y hay que hacerlos rendir, fructificar. No podemos esperar la vuelta del Señor con los brazos cruzados. Los enemigos van a intentar bloquearnos, aniquilarnos. Al final, participaremos de su Reino en la medida en que hayamos trabajo.

De ahí la parábola: "El hombre que emprende un largo viaje". Antes reparte entre sus criados 10 onzas de oro para que negocien con ellas en su ausencia. A la vuelta, les pide cuentas. Los dos primeros han conseguido beneficios y el Señor, 
ya Rey, se lo premia según el esfuerzo realizado. Al tercero, le quita la onza de oro, porque la enterró y no consiguió nada.

Exhortación a la vigilancia, a sacar partido de lo que hemos recibido. La recompensa, el premio, superará el esfuerzo.

Nos concede Dios sus bienes para seguir construyendo su "proyecto del Reino". Y nos ayuda a ser pequeños creadores,
como el Padre del Cielo, Creador del Universo.

Sacar rendimiento positivo de las onzas de oro recibidas exige un entrenamiento constante. Alaba Jesús más la capacidad de arriesgarse (aunque se cometan errores) que los aciertos del que se queda instalado y vive de las rentas.