Lucas 21, 5-11 

"No quedará piedra sobre piedra"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Ha aprovechado bien Jesús el tiempo, que todos estos últimos días de su vida pasa en el Templo, con sus gestos y 
enseñanzas proféticas ante el pueblo. 

Ahora, en el reducido grupo de amigos/discípulos pronuncia un largo discurso apocalíptico sobre lo que pasará en los 
últimos días. Figura en todas las tradiciones sinópticas y se cree que Jesús lo dijo tal cual lo relata San Lucas. Este
discurso nos llenará toda la semana.

Los discípulos admiran la magnificencia del Templo, pero no entienden los gestos y oráculos de Jesús, anunciando que 
no quedará del Templo piedra sobre piedra. Y menos aún cuando les dice que lo han convertido en cueva de ladrones. Llevados 

de la curiosidad, le preguntan sobre el cuándo y el cómo de tal desastre. Jesús les sigue hablando de todo el tiempo futuro.

Cuando Jesús les habla de la destrucción del Templo (va a suceder hacia el año 70), los Apóstoles lo entienden como el fin 
de los tiempos. Jesús se refiere sólo a una destrucción próxima y material de la Ciudad Santa de Jerusalén y del propio Templo. Lo que dice Jesús nos aclara el sentido de los conflictos de entonces y de ahora. La crisis de la nación judía en tiempos de Jesús se parece a otras, que dieron paso a diversas civilizaciones. Y siempre se repite aquello de: "algo muere, algo nace".

Los seres humanos nos dejamos engañar por propagandas e ideologías. El miedo nos vuelve ciegos y fanáticos. Por ello, perseguimos a quienes no piensan como nosotros. Y de ahi surgen los conflictos y las guerras, que sólo siembran muerte.

Jesús pide a sus seguidores que sean testigos del Evangelio y que, coherentes con el "mandamiento nuevo" (el del amor a Dios y al prójimo), sean siempre sembradores de una paz, fruto de la justicia.

Treinta años después de pronunciar Jesús esta profecía se sublevan los judíos contra su opresor, el Imperio Romano. Al principio, el ejército romano sufre algunos reveses, pero se organizan y ponen sitio a Jerusalén. Aparecen entonces "falsos cristos", que arrastran tras sí a guerrilleros, capaces de dar su vida, como hacen hoy los "kamicaces palestinos". Se "encierran" en la ciudad y esperan una intervención de Dios, que los libere del opresor. Pero entre ellos reina una desunión tal que terminan por matarse unos a otros. Los que huyen de la ciudad son detenidos por los romanos: de ellos, unos son crucificados, otros son llevados a Roma como esclavos.

Ojalá que estos hechos y tantos otros, acaecidos después, nos ayuden a interpelar la Historia en su justa dimensión.

Jesús nos pone en guardia: 1° No nos dejemos engañar por la aparición de tantos falsos Mesías que, en sus revelaciones y predicciones sobre el fin del mundo, usurpan el nombre y autoridad de Dios.

2° Mantener la tensión y vigilancia hasta el fin y la serenidad y confianza en Dios para vivir el presente.

El mensaje escatológico sobre el final es cien por cien optimista:

DIOS, FINALMENTE, TRIUNFARA Y LA HUMANIDAD TRIUNFARA EN EL.