Lucas 21, 20-28 

"Alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Continúa el discurso apocalíptico de Jesús:

1° Destrucción de Jerusalén: En el año 66 explota la guerra de los judíos contra Roma, teniendo como líderes a los zelotas 
y otros. No intervienen los cristianos. Los líderes zelotas quieren expulsar a los romanos y restaurar la monarquía davídica. Los cristianos huyen de Jerusalén. La guerra les resulta ajena y no se implican.

2° Manifestación del Hijo del Hombre (Daniel 7, 13-14), que aparece como figura colectiva (=pueblo de los santos)
humana, que se contrapone a las 4 bestias, que nos recuerdan a los 4 imperios, que dominaron a Israel.

A partir de estos datos, nuestra reflexión de hoy se concreta así:

La caída de Jerusalén le sirve a Lucas para invitarnos a aceptar el mensaje de Jesús. Jerusalén había rechazado este mensaje y sufre ahora las consecuencias con su destrucción.

Además, con esta caída se inaugura un tiempo nuevo y marca el final de la historia del pueblo de la Antigua Alianza, como pueblo elegido. No tiene ya sentido la distinción entre judíos y paganos.

En adelante, el nuevo pueblo de Dios estará formado por personas procedentes de todos los pueblos de la tierra. Y no serán ya judíos o paganos, sino un nuevo pueblo de Dios, que derriba todos los muros, que separan, y, entre tod@s, forman la familia de los hijos de Dios.

Se nos anuncia un tiempo nuevo de salvación largo, pero con un límite marcado por señales, que afectarán la realidad física del universo, pero que, sobre todo resonarán en el interior de cada persona. Y lo que acapara la primacía es el regreso de Jesús con todo su poder y gloria.

Fácilmente descubrimos cómo se sirve San Lucas del lenguaje profético de Daniel, que nos habla de un personaje misterioso y que -en un horizonte apocalíptico- aparece como Hijo del Hombre. Así, la caída de Jerusalén se anticipa al juicio de Dios al final de los tiempos. Este Hijo del Hombre es Jesús que, resucitando, reunirá a todo el pueblo de Dios al final de los tiempos.

¿Seremos capaces de descubrir, a través de todos estos signos, que nuestra liberación está próxima?