Mateo 4, 18-22 

Fiesta de San Andrés Apóstol

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

La vocación o llamada de los Apóstoles tiene como objetivo continuar la misión de Jesús. La vocación o llamada de Jesús 
en el bautismo tiene como objetivo la realización del Reino de Dios.

Nos consta que para que un judío pudiera ser rabino (maestro de la ley) debía tener, al menos, cinco discípulos. Marcos nos dice que Jesús elige un grupo de seguidores (discípulos):

-para que estuvieran con él;

-para enviarlos a predicar;

-para que tuvieran el poder de expulsar demonios y curar enfermos.

Andrés, antes discípulo de Juan Bautista, galileo y pescador, cambia de redes y se convierte en pescador de hombres. 

Apenas descubre a Jesús, oye su llamada, va detrás de él siguiéndole y con él se queda todo el día. Recuerda hasta 
la hora en que se encontró con Jesús por primera vez: las cuatro de la tarde. El encuentro primero se convirtió en llamada.

No para ahí la cosa. Llama a su hermano Simón y confiesa a Jesús como Mesías. Con su hermano Simón, con Juan y Santiago, forman el núcleo de lo que serán los Doce Apóstoles. Unicamente a éstos revela Jesús los misterios del Reino de 
los Cielos. Compromete, desde entonces, su vida con el proyecto de Jesús, y en Jesús encontrará después fuerzas para su misión, realizada quizá en el mundo griego. De ahí, su nombre Andrés, que significa varón, como "nuevo adam".

Gracias a los Apóstoles y después a tantos discípul@s y seguidores de Jesús, el Reino de los Cielos se hace también 
presente en nuestra vida humana, llegando hasta nosotros mismos.

Por eso, también hoy nos seguimos encontrando con Jesús, con múltiples presencias suyas: en su Palabra, en los Sacramentos, en la Iglesia, en los más necesitados, en los signos de los tiempos, en su propio Espíritu, que nos revela que 
Jesús es el Señor. También para nosotros.

A San Andrés, por proclamar el mensaje de Jesús contra viento y marea, le echaron mano, le apresaron y el gobernador Egeas lo quitó de en medio, haciéndole morir en una cruz en aspa. "Cruz de San Andrés" decimos hoy. Y así murió, entregando su vida a Dios como Apóstol de Jesús y por la Causa del Reino. En la Liturgia de las Horas rezamos hoy a san Andrés:

"De Cristo, amigo cercano, / predicas desde tu cruz.

Queremos ver a Jesús, / llévanos tú de la mano,

como llevaste a tu hermano / de sangre y de santidad.

Conduce en la caridad / a las Iglesias de Oriente.

Llévalas hasta la fuente / por caminos de unidad."