Mateo 7, 21. 24-27 

"No todo el que me dice: '¡Señor, Señor!'"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Necesitamos en estos primeros días de Adviento preguntarnos en serio para cuestionarnos a nosotros mismos hasta dónde somos realmente seguidores de Jesús. ¿Dónde reside el fundamento, la seguridad de mi vida? Las lecturas de hoy nos dicen que sólo Dios es nuestra roca firme y sólo en Dios debemos confiar incondicionalmente.

Jesús nos exige una opción clara para seguirle en la vida. 

- Su Palabra no es sólo para ser oída sin más.

- Su Palabra -como la levadura- se transforma en vida y transforma nuestra vida.

No basta, entonces, confesar una y mil veces que "Jesús es el Señor". Hay que manifestarlo con las obras en la vida, cumpliendo la voluntad del Padre, que se nos manifiesta a través de Jesús. En castellano decimos: "obras son amores 
y no buenas razones".

La tarea a realizar del seguidor de Jesús es: -la construcción de la propia persona,

-la construcción también de la comunidad.

Y estar preparados para vencer las adversidades, que se nos van a enfrentar: lluvias, inundaciones, tornados, fuertes vientos, incomprensiones, persecuciones, hostigamientos de toda índole.

El resultado dependerá de la base, de los cimientos en que se apoye la construcción:

-si hemos construido la casa sobre roca, se mantendrá en pie y no caerá;

-si la hemos construido sobre arena, se nos vendrá abajo toda entera.

Unas conclusiones:

1a. Entusiasmarnos con mesianismos falsos, apoyar nuestra vida en intereses personales y mezquinos, hacer el bien por autosatisfación o vanidad o esperando que me lo paguen o agradezcan al menos (siempre poniéndole un precio), celebrar 
una liturgia vacía, etc. Todo ello nos lleva al desengaño, a la decepción...Y todo se viene abajo, se nos cae con estrépito. Porque estamos construyendo sobre arena.

2a. Edificar sobre roca: Ser dóciles y fieles a la Palabra de Dios, tratar de hacerla vida con las obras y el testimonio de 
cada dia, entregarnos sin cálculos y sin medir pérdidas y daños a la Causa del Reino de Dios para que en el mundo reine
la justicia, asumir en la vida las Bienaventuranzas, etc. Estaríamos, entonces, en la lista de Felices y Bienaventurados.

Y si esto lo aplicamos también a nuestras pequeñas comunidades y a la gran comunidad, que es la Iglesia, edificando sobre la roca de Pedro... "¡MIEL SOBRE HOJUELAS!"

Recordemos, resumiendo: No basta aceptar a Jesús como Maestro. Hay que dar un paso más: Trasladar a nuestra vida sus enseñanzas. Nos pone así Jesús alerta contra un cristianismo de puras fórmulas o ritos o de simple aceptación teórica de verdades y dogmas. El quiere que transformemos esas verdades en vida. Como El hizo: dar la vida por nosotros. 

Así cumplió la voluntad del Padre.