Lucas 5, 17-26 

"Jesús cura al paralítico y perdona sus pecados"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Jesús enseña con palabras y gestos (signos).”Hechos y palabras”. La revelación de Dios tiene siempre esa doble dimensión. La enseñanza de Jesús da cumplimiento a las expectativas de Israel, mientras que la actitud de las autoridades judías hacia Jesús fue siempre de rechazo y escándalo.

Los fariseos y maestros de la Ley, hoy presentes, no eran todavía enemigos declarados de Jesús. Sí se preguntaban ya por sus pretensiones religiosas:

- -¿era Jesús, como buen judío, sólo un buen creyente?

-¿se presentaba como promotor de una nueva religión?

Jesús aprovecha la pregunta de éstos para demostrarles que no era discípulo de Moisés, sino el Maestro de todos ellos. Y esto provoca el escándalo: “¿Cómo se las va a dar de maestro ante ellos un hombre sin estudios ni títulos?” 

Ellos esperaban que la venida de Dios, del Mesías, confirmase sus enseñanzas y reconociera sus méritos. Y se encuentran con un Jesús, que se mezcla con el pueblo sencillo menospreciado por ellos. No pueden creer en él y, entonces, empieza la oposición, el enfrentamiento.

Con el perdón y la curación del paralítico, Jesús da tres respuestas a la vez: al enfermo, a sus amigos y a los fariseos.

1ª. El paralítico se había preguntado muchas veces “por qué Dios le había castigado a él”, ya que creían los judíos que la enfermedad era un castigo divino por los pecados cometidos. Y dudaba de si para él podría hacerse el milagro. Pero, en cuanto logran acercarlo a Jesús, sus miradas se cruzan y, en un momento, todo cambia en él: siente la seguridad del perdón, que le hacía sufrir más que la misma enfermedad.

2ª Los amigos invitan al paralítico a que busque la curación. Y le ayudan. Vencen el “qué dirán”, vencen también la oposición de los fariseos y, manos a la obra, derribando obstáculos y contrariedades, y hasta parte del propio techo de la terraza, lo descuelgan y lo acercan a Jesús. Y también ellos sienten que se acercan interior y exteriormente al 

Maestro de Nazaret.

3ª Los fariseos y maestros de la Ley se escandalizan ante el perdón concedido por Jesús, porque no creen que sea 

el Hijo de Dios. Para ellos, sólo es Dios el que puede perdonar los pecados. Jesús les desconcierta aún más, porque perdona y cura a lo divino. Y quedan callados, sin posibilidad de reaccionar.

El perdón no se compra con ofrendas, ni penitencias, ni prácticas religiosas. Es don gratuito del Padre, fruto del encuentro con El. Su rostro y su mirada purifican nuestro corazón egoísta y avivan las llamas de su amor.

Actitud de fe y disponibilidad, imprescindibles para ayudarnos fraternalmente a emprender el camino, que nos lleva al encuentro con Jesús. También es necesario alegrarnos y glorificar a Dios, como lo manifestó el paralítico curado y cuantos le ayudaron. ¿Lo harían también los fariseos? Motivos hay para la duda.

Celebrar la Navidad es contemplar paso a paso el recorrido histórico de Jesús en su empeño (y ojalá sea también nuestro empeño) de hacer real la salvación de Dios.

Nos ayudará en la reflexión recordar el MENSAJE CENTRAL, de hoy, resumido así::

“Salud para los cuerpos y las almas”:

- -“Saltará como el ciervo el cojo...”

- -”Tus pecados quedan perdonados”