Mateo 7, 7-11 

Témporas de Acción de Gracias y Peticíón

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Es la oración el tema del evangelio. Se trata de una oración, que no consiste sólo en pedir, sino que exige a la par acciones de buscar y llamar. Una oración, basada en la certeza de que Dios escucha siempre los gritos de su pueblo. Veámoslo:

Está claro que la respuesta positiva, que se da a nuestra oración, ciertamente supone que se nos piden "cosas positivas" a favor de la vida. Y a su vez, encuentran en nosotros un rechazo total, si lo que se nos pide va contra la vida: una piedra, una serpiente, etc., según los ejemplos, que nos trae el evangelio de hoy. Esta es la realidad normal entre los humanos a pesar de la maldad que, con frecuencia, reina en nuestra vida.

Y sacamos la conclusión siguiente: "Si es así entre nosotros, cuánto más se dará en Dios, que es el Padre de todos" (un Padre, lleno de bondad y de misericordia). Con seguridad, El nos concederá siempre las cosas buenas que le pedimos.

No olvidemos esta REGLA DE ORO: "Haz a los demás lo que deseas para ti mismo". O en "negativo": "No hagas a los demás lo que no quieres que los demás te hagan a ti." Llevando esta regla a nuestra vida se cumplen en nosotros la Ley y los Profetas y las mismas 

Bienaventuranzas.

Para ello tendremos que dar muerte al egoísmo, que todos llevamos dentro, y descubriremos hasta dónde debe llegar nuestro amor al prójimo. Se trata sólo de una formulación, diferente en palabras, pero igualita en el fondo al Mandamiento del Amor a Dios y al Prójimo.

Nuestra vida humana se hace auténtica, si se desarrolla siempre en comunión con Dios y se entrega siempre a la comunión con los hermanos. Somos "seres en relación" y sólo desde una relación filial con el Padre Dios y una relación fraterna con el prójimo, seremos llamados "felices y bienaventurados".

Jesús nos dice claramente que el Padre "desde su misericordia" nos concede cuanto le pedimos, pero con una sola condición: "Que nosotros seamos siempre misericordiosos con los demás". 

Nada obtendremos, si pedimos de forma egoísta o para que Dios "nos saque de un apuro", si no estamos comprometidos con la justicia.

Así pedimos hoy: "Concédenos, Padre, el don de la misericordia y la capacidad de perdonar y amar también a los que se declaren enemigos nuestros. Amén."