Juan 1, 1-18 

"Dios está en la carne"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Resumo el comentario de Jesús Burgaleta: "A Dios nadie lo ha visto jamás. Sin embargo, los hombres 
se preguntan: ¿Cómo podemos ver a Dios? Y contestan:


* Unos: "A Dios no lo pueden ver los ojos de la carne. Para verlo hay que olvidarse de la materia y
concentrarse en el espíritu." Entonces, despreciaron lo corporal, huyeron del mundo, etc. Se dedicaron
a la contemplación de las ideas... Pretendían convertirse en cristal traslúcido para captar los rayos de 
Dios. Lo siguen haciendo hoy gentes de Oriente y Occidente y no faltan algunos miembros de la Iglesia
PERO A DIOS NO LO VIERON NUNCA. 


* Otros pensaron: "Dios es inmenso, trascendente, santísimo. No se puede mezclar con lo humano, 
sucio e impuro. Está fuera del mundo." Y delimitaron un espacio sagrado y lo cercaron con muros. El
pueblo acudía alli, al templo, los días de fiesta y ofrecían los más diversos sacrificios, ritos y cultos...
Fuera seguía la miseria... Iban al Templo para encontrarse con Dios y se olvidaban del hombre.
PERO A DIOS NO LO VIERON NUNCA.


* Un día... "UNO, un poco poeta y aventurero, se atrevió a decir:
"Dios es Vida y da la Vida. Toda vida viene de Dios. También es suya la Vida de la Carne."
"La Carne no es Tiniebla ni es mala: Tiene Vida y Luz. DIOS SE HA HECHO CARNE."
"El que quiera ver a Dios, que mire a la Carne, ame a la carne, dé Vida a la carne,
reconozca la Carne, dé luz a la Carne."


Y los primeros se mofaban de El y decían: Es un blasfemo. Está loco. No sabe lo que dice".
El siguió adelante, asumió íntegramente su condición de hombre y se dedicó a salvar al hombre
por entero. El que le veía a El en su Carne, veía a Dios. El que vive como El, es "Dios" para los
otros: tiene vida de Dios; Dios mismo es su vida de hombre.


Y unos pocos dijeron: EN LA CARNE ESTAMOS VIENDO A DIOS.


Porque a Dios nunca lo ha visto nadie, salvo el hombre que vive en su carne la Vida de Dios y se 
entrega a Dios en el servicio al otro."


Para nuestra vida de cada día, debemos tener presente que si no vivimos con hondura el encuentro
con el Señor, nuestro anuncio del evangelio puede ser fiel a la letra, pero carecerá del soplo vital
del Espíritu. Descubramos lo que Juan fue capaz de descubrir: En el principio era la gratuidad.
Ella es la expresión plena del amor de Dios.