Lucas 4, 14-22 

"Hoy se cumple la Escritura"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

El mismo Jesús, que dirá más tarde, que "ningún profeta es bien visto en su pueblo", empieza la
proclamación solemne de su mensaje mesiánico en el marco de la sinagoga de Nazaret, su pueblo, 
entre sus propios paisanos. Es otra Epifanía de Jesús, otra de sus manifestaciones luminosas.


Natural que se encuentre en un ambiente lleno de expectativas. Esperan todos de Jesús que se 
ponga al frente de la causa nacionalista y, por consiguiente, del lado de los más fanáticos del pueblo.
Se engañan. Anuncia Jesús que las palabras proféicas de Isaías se están cumpliendo en aquel 
momento y en su persona. Y, como signo de ese cumplimiento, inaugura el año favorable del 
Señor, como un año jubilar, lleno de gracias.


Al centrar Jesús su mensaje en la gracia, se gana el repudio de los maestros de la sinagoga. "¿Cómo
un laico -decimos ahora-, uno que no pertenece a la clase sacerdotal, se atreve a proclamar 
públicamente el año de gracia y de perdón de Dios?" Así define Jesús su tiempo, como tiempo
propicio a la justicia y libertad.


Este mismo proyecto de Jesús debemos hacerlo realidad cuantos nos decimos seguidores suyos.
"Encontrarnos" experimentalmente con el Padre Dios para que ese año de gracia y de perdón 
llegue también a nosotros y nos llene de Vida, de su Vida, y de su Gracia. Vemos a Jesús enseñando en las pequeñas sinagogas de su tierra. También viene hoy a nosotros a enseñarnos. Y es necesario para que se haga presente que encuentre en nosotros un clima fraterno de comunidad. Su evangelio no es para los doctores (sabios) y poderosos (ricos) sino para los pobres y humildes de la tierra.
Para ello es necesario recordar de nuevo que Jesús ha venido para traer la Buena Noticia a:
-los que sufren por un defecto físico (p.e. los ciegos);
-los que sufren por la maldad de otros (los oprimidos);
-las víctimas de un orden social injusto (los pobres).
Seguir a Jesus hoy, continuar su obra liberadora en favor de los últimos, los excluidos de la tierra, nos
exige luchar, entregar la vida para construir este Reino de Dios ya en la tierra, aunque no de una
manera definitiva.