Marcos 1, 14-20

"Convertíos y creed en el Evangelio"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Comienza la misión de Jesús, como la de cualquier profeta. Con el tiempo se irá transformando. El
primer paso es la llamada a los discípulos, pues no se ve Jesús como profeta solitario. Por eso, asocia
a su misión a hombres y mujeres con los que mantiene una vinculación personal, directa y afectuosa.
Después de la travesía por el desierto fija su residencia en Cafarnaún de Galilea. Es ahí donde viven
unos pescadores, que van a formar el núcleo de sus discípulos, más tarde los Doce Apóstoles.


1) En Cafanaún empieza Jesús a proclamar su "mensaje de salvación". ¿Qué anuncia?:
- Se terminó la larga espera de un pueblo. Viene un tiempo nuevo. La promesa empieza a ser realidad.
- Hay que dar un paso adelante para abrirse a lo nuevo del Reinado de Dios.
- Para ello, es necesario el cambio, la conversión.
-Les pide que crean, que se abran al Dios que llega para reconciliar a todos.
2) Después, Jesús llama por su nombre a dos parejas de hermanos, los cuatro pescadores 
Simón y Andrés, jornaleros; Santiago y Juan: autónomos) No pertenecen a la clase sacerdotal ni al
grupo de fariseos (devotos y teólogos), ni a los saduceos (aristócratas y ricos). Son galileos -mal
vistos por los judíos-, gente sencilla, pescadores del lago. "El Reino de los cielos -les dice Jesús- va 
a ser una comunidad de iguales.


Les invita a seguirle y les entrega su Espíritu, como había hecho Elías con Eliseo. Y a partir de
entonces, se convierten en pescadores de hombres.


Estos cuatro pescadores responden al llamado de Jesús, abandonan las redes y los demás
aparejos y siguen a Jesús. Caminan en su compañía y conviven con El. Aprenden así a ver la vida 
de un modo nuevo. Y memorizan -poco a poco- lo principal de la Buena Noticia, que Jesús les
anuncia para poder transmitirla a otros. Se sienten libres y liberados.


3) Son los primeros, que siguen a Jesús. Hoy nos dejan a nosotros el relevo, el testigo, la 
antorcha encendida. ¿Seguiremos nosotros a Jesús como ellos, en plenitud de confianza?
¿Estamos dispuestos a dejarlo todo para seguirle?