Marcos 2, 18-22 

"El novio está con ellos"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Estamos en el corazón del conflicto de Jesús con los fariseos. Lo abre la curación del
paralítico y lo cierra la del brazo atrofiado. En medio de todo esto Jesús come con pecadores
y se salta las normas del sábado. Hoy, con la presencia del novio, Jesús, que hace realidad 
la Alianza de Bodas de Dios con su pueblo, nos insiste en que es un momento de fiesta y no de ayuno.
Para explicar la nueva realidad del Reinado de Dios, que inaugura, se sirve Cristo del simbolismo del
matrimonio. Todo parte de este hecho: los fariseos se dan cuenta de que los discípulos de Jesús no
ayunan, cuando ellos sí lo hacen por estar así mandado.


Para los fariseos, el ayuno expresa una actitud de arrepentimiento y penitencia. Lo imponían ellos al
pueblo, como manifestación de una religión ritualista y dura. Ayunaban los fariseos dos veces por
semana, y así lo imponían al pueblo, cuando lo mandado era ayunar una vez al año, el Día del Perdón
Jesús, en cambio, inaugura una religión llena de vida y alegría. Para los profetas, el novio es símbolo 
de la Alianza de Dios con su pueblo. Y el novio, que es Cristo, está ahora presente. De ahí la pregunta:
¿Pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos?


La experiencia/presencia del Señor nos arrolla a todos. No es el momento oportuno para la aflicción.
Ayunar o no comer en la boda era un insulto gravísimo contra el novio. En la boda, los amigos del
novio no podían estar amargados sino llenos de gozo y alegría y con ganas de fiesta. El ayuno había
que dejarlo para otros momentos de dolor. Por eso, el que no ayunen los discípulos marca una
ruptura con lo antiguo. No caben remiendos ni componendas, que no arreglan nada y rompen todo.
Dejar de lado lo viejo y abrirnos a la novedad del mensaje de Jesús, que es todo amor. Es así como
debemos ir tejiendo nuestras vidas de una forma nueva.


La comunidad cristiana es una comunidad de iguales, basada en la amistad y no en la autoridad. Por
eso, los cristianos no son súbditos sino amigos del novio Jesús. Ayunarán sólo el día en que maten
al novio/esposo colgándolo de la cruz. Y guardarán ese día un luto transitorio, pues Dios resucitará a
Jesús al tercer día y se inaugurará la nueva comunidad, en la que ya no habrá otro sacrificio (ayuno)
que el amor sin medida. Reinarán la alegría y el gozo y desaparecerán los ayunos rituales.


Claro que no hay un camino trazado de antemano. Es necesario también aquí hacer camino al
andar para poder crear una sociedad justa y solidaria. Jesús nos descubre la nueva imagen de un Dios
Padre, lleno de misericordia, que nos exige abrir el corazón a todos los hermanos, incluidos los que
han sido arrebatados de la fiesta por el egoísmo de los poderosos.