Marcos 3, 20-21 

"Su familia decía que no estaba en sus cabales"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

El evangelista señala que "su fama se extendió en seguida por todas partes, llegando a toda la
comarca circundante de Galilea" (1,28).


Pero el camino liberador, emprendido por Jesús, es considerado subversivo por los fariseos y
letrados que creen que hay que parar a quien tanto bien hace, hay que apresar a quien tanto libera,
hay que minar el prestigio de quien enseña con tal autoridad. Y, por eso, lo consideran blasfemo
por perdonar los pecados al paralítico; de dudosa moral por aceptar en su propio grupo y comer con
muchos recaudadores y descreídos o ´porque sus discípulos no ayunan o porque escogen espigas en
día de sábado. Minucias, al fin y al cabo, frente a tanto bien...


Ante la liberación, que Jesús brinda al pueblo, los fariseos, junto con los herodianos -extraña 
pareja- se alían para acabar con El. Acto seguido, a los fariseos se suman los parientes más 
cercanos de Jesús, que "fueron a echarle mano, pues se decía que había perdido el juicio."


A un persona tan libre y tan subversiva como Jesús, que va contra toda ley y toda institución, que
oprima, reprima o suprima la vida, hay que quitarla de en medio para que no ponga de patas arriba
el sistema. Esto es lo que deciden los saduceos y los herodianos con el pretexto de que Jesús 
actúa con el poder de Belcebú, o de que está loco, como dicen sus familiares.


Puede ser interesante destacar que esta decisión de matar a Jesús aparece ya al principio del
evangelio de Marcos. Qué pudo hacer Jesús, qué fuerza de provocación hubo de tener su palabra y
su obra para desatar tamaña decisión en sus enemigos y tan de entrada... Nadie podrá decir que 
Jesús resultó ser modelo de "prudencia política, tacto diplomático, sentido de realismo..."


Es importante considerarlo en estos tiempo en que el radicalismo y el utopismo del Evangelio no
gozan de mucha admiración; en estos tiempos tan intensamente realistas y sin utopías...