Lucas 11, 29-32 

Sigue el conflicto con los fariseos 

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

Nos señala Lucas la forma falsa de los fariseos para engañar al pueblo y no aceptar la propuesta
mesiánica de Jesús. Por eso nos resalta (hace destacar) en Jesús la figura de Mesías, predicador y
profeta.


Como los ninivitas (no judíos) escuchan la predicación de Jonás y se convierten, la reina del Sur
(la reina de Saba), no judía, va a Jerusalén para aprender de la sabiduría de Salomón... Y es que en el
evangelio de Lucas Jesús destaca de modo favorable entre su audiencia a los extranjeros, 
pecadores, perdidos, marginados, etc. Con razón se le llama "evangelio de los desvalidos.
Sólo Lucas, por ejemplo, cuenta la historia del Hijo Pródigo. Para Lucas, en Jesús, el Dios Salvador
irrumpe en la Historia. El Señor Resucitado se levantará al tercer día y vencerá a la muerte y ya 
todo será vida.


Para los fariseos, Jesús es un galileo intratable. Le piden un signo del cielo, algo hermoso firmado
por Dios. Piden un signo llamativo, que los deje sin aliento y les obligue a convertirse. Resalta Lucas
la dureza de corazón de sus oyentes ("generación malvada", les dice), que cierran sus ojos a la 
luz, que les viene de Cristo y siguen en la oscuridad para conservar su autosuficiencia y poder.
Y Jesús les recuerda el signo de Jonás. Descubriendo su perversión y empecinamiento, les dice 
que caerá sobre ellos el jucio de los Ninivitas (no judíos), que se convierten a Dios por la 
predicación de Jonás.


Y nos recuerda Lucas que ha llegado "alguien que es más que Jonás": es el "enviado de Dios", 
que encuentra resistencia sólo de parte de los que se creen "dueños de Dios".
Para palpar ahora los signos de Dios debemos acercarnos a nuestros barrios humildes en donde
trabajan (como voluntarios) tantos hombres y mujeres al servicio de los más débiles, enfermos,
vagabundos, emigrantes, drogatas, etc. Sólo desde el pobre y el débil se acoge el Reino.