Lucas 12, 1-7 

"Hasta los pelos de la cabeza están contados"

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

"Nada hay oculto, que no llegue a descubrirse". Nos enseña Jesús a hablar siempre con verdad sin
dar importancia a lo que otros piensen de nosotros. Por eso llama hipócritas a los que en la vida
adoptan siempre una actitud diplomática, falsa, que pueden necesitar después.


"¿Por qué somos cobardes? Jesús lo sabe. Ya nos había dicho que no tengamos miedo, 
invitándonos a no buscar la seguridad, que nos pueda venir del dinero. Ahora más bien nos dice que
tampoco tengamos miedo, cuando nos vengan las medidas de represión, y nos abre los ojos para
que descubramos dónde corremos mayor peligro: con Dios o con los hombres.


Sólo en esta ocasión nos dice que temamos al que tiene poder para matar y después arrojar al infierno.
Temer a Dios significa aquí respeto, contrario al miedo. La sumisión a la fuerza no es respeto, es
miedo. Así Dios no nos amenaza con arrojarnos al infierno. Nos recuerda más bien que perderlo a El,
es perdernos a nosotros mismos: esto es el infierno.


Somos conocidos íntegramente por Dios, que:
-cuida de nosotros mucho más de lo que podemos imaginarnos;
-conoce todas nuestras trampas ocultas, pecados, caídas, etc.;
-y nos sigue amando.
Ante la posible pérdida de ventajas, bienes materiales, sentimos miedo. Si lo que está en peligro de
perderse es la vida, sentimos angustia, terror...


Jesús nos dice que no nos aterroricemos antes estas posible pérdidas, porque somos mucho más.
Sólo tener miedo, si perdemos a Dios: sería el verdadero fracaso: la condena, la muerte eterna...
No intentemos nadar a dos aguas: fidelidad a Jesús y búsqueda de la seguridad, comodidad. Así, 
ante cualquier persecución, renegaríamos de todo para no perder el prestigio, los bienes, el qué dirán.
Pedir, con corazón sencillo, al Señor que fortalezca nuestra confianza en El, que cuida de nosotros.
La convicción de la presencia de Dios, que así se preocupa de nosotros, nos reviste de un coraje
especial, capaz de resistir cualquier embate venga de donde venga.


No estaría mal ver en profundidad y con cierta frecuencia qué deseos se arraigan en nuestro corazón
y descubrir la necesidad de estar siempre en camino y ligeros de equipaje.